XIX

Basta tocar el árbol para que caiga al punto una naranja en sazón y la siga otra y luego otra. Una buena naranja es como un pequeño sol. Y cuando hay muchas naranjas, le dan a uno ganas de sonreír, como si un hermoso sol luciese. Las hojas son obscuras como la noche tras el sol, o más bien de un verde profundo. Pero no; son sencillamente verdes. No hay que decir mentiras, Jerónimo.

¡Qué previsor el diablo sordo, el trombolista subterráneo que creía sordo a todo el mundo! Destruyó la ciudad; pero dejó intacta, en la rama, la naranja, para que Jerónimo se la comiese. Basta tocar el árbol para que caiga al punto la naranja en sazón y la siga otra y luego otra. Se la llevarán, en un barco, a remotos países, y en los países remotos, donde reinan el frío y las nieblas, la gente la mirará, pensando que se parece al sol.

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