Los moros valencianos cercan al Cid.
Éste reúne sus gentes
Arenga
Aquello a los de Valencia muy poco gusto les da.
En consejo se reúnen y al Cid fueron a cercar.
Marcharon toda la noche; cuando el alba fue a rayar, allí cerca de Murviedro sus tiendas van a plantar.
El Campeador al verlos se empieza a maravillar:
“¡Alabado sea Dios, Señor espiritual!
Nos metimos en sus tierras, les hacemos mucho mal, el vino suyo bebemos y nos comemos su pan.
Con buen derecho lo hacen si nos vienen a cercar, como no sea con lucha esto no se arreglará.
Salgan mensajes a aquéllos que nos deben ayudar, los unos vayan a Jérica y los otros a Alucat, desde allí pasen a Onda y después hasta Almenar, que las gentes de Burriana se vengan ya para acá.
Pronto tiene que empezarse esta batalla campal.
Nuestro provecho en Dios fío que con ella crecerá”.
Al pasar el tercer día todos juntados están.
Mío Cid el bienhadado entonces empieza a hablar:
“Sálveos el Creador, mesnadas, y ahora escuchad: después de que nos salimos de la limpia cristiandad -y no fue por nuestro gusto, no se pudo remediar—, gracias a Dios nuestras cosas siempre hacia adelante van.
Hoy las gentes de Valencia nos han venido a cercar; si en estas tierras nosotros nos quisiéramos quedar, muy firmemente a estos moros tenemos que escarmentar”.