El Cid monta a caballo y se despide de la catedral de Burgos, prometiendo mil misas al altar de la Virgen.
Esto dicho, manda el Cid alzar su tienda en seguida.
El Cid y todos los suyos cabalgan a mucha prisa.
La cara de su caballo vuelve hacia Santa María alza la mano derecha y la cara se santigua: “A ti lo agradezco, Dios, que el cielo y la tierra guías; que con vos en deuda quedo de haceros cantar mil misas”.
Hoy a Castilla abandono, del rey me arroja la ira:
¡quién sabe si he de volver en los días de mi vida!
Que vuestro poder me valga al marcharme de Castilla, y que él me ayude y me acorra de noche como de día.
Si así lo hacéis, Virgen Santa, y si la suerte me auxilia a vuestro altar mandaré muchas cosas y muy ricas, que con Vos en deuda quedo de haceros cantar mil misas.”