Martín Antolínez viene de Burgos a proveer de víveres al Cid.
El buen Martín Antolínez, aquel burgalés cumplido, a Mío Cid y a los suyos los surte de pan y vino; no lo compró, que lo trajo de lo que tenía él mismo; comida también les dio que comer en el camino.
Muy contento que se puso el Campeador cumplido y los demás caballeros que marchan a su servicio.
Habló Martín Antolínez, escuchad bien lo que ha dicho:
“Mío Cid Campeador que en tan buen hora ha nacido, descansemos esta noche y mañana ¡de camino!
porque he de ser acusado, Cid, por haberos servido y en la cólera del rey también me veré metido.
Si logro escapar con vos, Campeador, sano y vivo, el rey más tarde o temprano me ha de querer por amigo; las cosas que aquí me dejo en muy poco las estimo.”