CAPÍTULO XLVI.
1. Y allí vi a Uno que tenía una cabeza de días,
y su cabeza era blanca como la lana,
Y con él estaba otro ser cuyo rostro tenía la apariencia de un hombre,
Y su rostro estaba lleno de gracia, como el de los santos ángeles.
2. Y le pregunté al ángel que iba conmigo y me mostró
todas las cosas ocultas acerca de aquel Hijo del Hombre, que era.
y ¿de dónde era (y) por qué se fue con la Cabeza de los Días?
3. Y él respondió y me dijo:
Este es el Hijo del Hombre que tiene justicia
en quien mora la justicia,
Y quien revela todos los tesoros de lo que está escondido.
Porque el Señor de los Espíritus lo ha elegido,
y cuya suerte tiene la preeminencia ante el Señor de
Espíritus en rectitud para siempre.
4. Y este Hijo del Hombre a quien has visto
†Levantarᆠa los reyes y a los poderosos de sus tronos,
[Y los fuertes de sus tronos]
Y soltará las riendas de los fuertes.
y rompe los dientes de los pecadores;
5. [Y derribará a los reyes de sus tronos y reinos]
porque no lo ensalzan ni lo alaban,
Ni reconozcan humildemente de dónde les fue otorgado el reino.
6. Y humillará el semblante de los fuertes,
y los llenará de vergüenza.
Y las tinieblas serán sus moradas
Y los gusanos serán su cama,
Y no tendrán esperanza de levantarse de sus lechos.
Porque no ensalzan el nombre del Señor de los Espíritus.
7. Y estos son los que †juzgan† las estrellas del cielo,
[Y levantan sus manos contra el Altísimo],
†Y pisen la tierra y habiten en ella†,
Y todas sus obras manifiestan injusticia,
Y su poder descansa sobre sus riquezas,
Y su fe está en los †dioses† que han hecho con sus manos.
Y niegan el nombre del Señor de los espíritus,
8. Y persiguen las casas de sus congregaciones,
Y los fieles que se aferran al nombre del Señor de los Espíritus.