CAPITULO 3

Una palabra aquí acerca de los predicados. Cuando predicamos esta cosa o aquella de otra cosa., como de un sujeto, los predicados del predicado se extienden también al sujeto. Predicamos el término

«hombre» de un hombre; igualmente predicamos del término

«hombre» el término «animal»; luego, en consecuencia, podemos predicar también el término «animal» de este o aquel hombre.

Porque un hombre es ambas cosas: «hombre» y «animal».

Cuando los géneros no están subordinados los unos a los otros y son distintos, sus diferencias serán distintas específicamente.

Tomemos, por, ejemplo, los géneros animal y ciencia. El estar dotado de patas, el ser bípedo, el ser alado o acuático, son diferencias del género animal. Pero ninguna de ellas es apta para distinguir las diversas especies de conocimiento. Ninguna especie de conocimiento, en efecto, se distinguirá de otra por ser «bipeda».

Sin embargo, donde los géneros están subordinados los unos a los otros nada impide que ellos tengan las mismas diferencias.

Predicamos, en efecto, una altura o una magnitud mayor de otra más pequeña. Es decir, las diferencias del predicado afectan y pertenecen también al sujeto.

Share on Twitter Share on Facebook