Spleen (IV)

 

Cuando el cielo bajo y pesado como tapadera

Sobre el espíritu gemebundo presa de prolongados tedios,

Y del horizonte, abarcando todo el círculo,

Nos vierte un día negro más triste que las noches;

Cuando la tierra se cambia en un calabozo húmedo,

Donde la Esperanza, como un murciélago,

Se marcha batiendo los muros con su ala tímida

Y golpeándose la cabeza en los cielorrasos podridos;

Cuando la lluvia, desplegando sus enormes regueros

De una inmensa prisión imita los barrotes,

Y una multitud muda de infames arañas

Acude para tender sus redes en el fondo de nuestros cerebros,

Las campanas, de pronto, saltan enfurecidas

Y lanzan hacia el cielo su horrible aullido,

Cual espíritus errabundos y sin patria

Poniéndose a gemir porfiadamente.

—Y largos cortejos fúnebres, sin tambores ni música,

Desfilan lentamente por mi alma; la Esperanza

Vencida, llora, y la Angustia atroz, despótica,

Sobre mi cráneo prosternado planta su bandera negra.