Un grabado fantástico

 

Este espectro singular no tiene otro aderezo,

Grotescamente plantado sobre su frente de esqueleto,

Que una diadema horrible y carnavalesca.

Sin espuelas, sin fusta, acosa un caballo,

Fantasma como él, rocín apocalíptico,

Que babea por el belfo como un epiléptico.

A través del espacio se precipitan juntos,

Y hollan el infinito con un casco atrevido.

El jinete pasea su sable que flamea

Sobre las multitudes innumeras que su montura tritura,

Y recorre, cual un príncipe inspeccionando su palacio,

El cementerio inmenso y frío, sin horizonte,

En el que yacen, bajo la luz de un sol blanco y opaco,

Los pueblos de la historia antigua y moderna.

 

 

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