LX

Recuerda el trinar del ave

y el chasquido de los besos,

los rumores de la selva

cuando en ella gime el viento,

y del mar las tempestades,

y la bronca voz del trueno;

todo halla un eco en las cuerdas

del arpa que pulsa el genio.

Pero aquel sordo latido

del corazón que está enfermo

de muerte, y que de amor muere

y que resuena en el pecho

como un bordón que se rompe

dentro de un sepulcro hueco,

es tan triste y melancólico,

tan terrible y tan supremo,

que jamás el genio pudo

repetirlo con sus ecos.