Apáguense los cánticos, (85)
que surge entre las olas
como delgada nave
que el Céfiro süave
al puerto la impelió.
Le cubre la ancha frente (90)
la flor de las marinas,
rodean su cintura
mis olas argentinas
y asoma al horizonte
la hija de mi amor. (95)
Impelan blandos vientos
de nácares su concha
y en torno, voladores,
se esparzan los olores
del florido vergel. (100)
Resuenen amorosos
por cielos y por mares
su canto de alabanzas,
bellas como esperanzas,
dulces como su miel. (105)