ACTO SEGUNDO

Escena junto a la torre.

el guarda (Desde lo alto de la torre, pitando hacia abajo.)

¡Oye, tú! ¡Hay fuego en el almacén de maderas! ¡Toca alarma!

otro guarda (Desde abajo.)

¿Y no te has enterado hasta este momento? Hace más de media hora que la gente corre. Mucho has tardado en apercibirte de ello... (Pensativo.) Que lo pongan arriba, que lo pongan abajo, para un tonto todo viene a ser igual. (Toca la campana de alarma.)

(Tres minutos después, el jefe de bomberos, en paños menores y medio dormido, asómase a la ventana de su casa, la cual está enfrente de la torre.)

el jefe de bomberos

¿Dónde es el fuego, Dionisio?

el guarda de abajo (Cuadrándose y haciendo el saludo militar.)

En el depósito de maderas, señor.

el jefe de bomberos (Meneando la cabeza.)

¡Todo sea por Dios! Con esta sequedad y el viento que reina... ¡Que Dios los guarde a esos pobres! ¡Qué desgraciados son!... Oye, Dionisio, que los bomberos enganchen y acudan tranquilamente al lugar del siniestro... Yo iré allá dentro de un ratito... mientras que me visto y tomo el te...

el guarda de abajo

El caso es que no hay nadie; todos se han ido. Unicamente Andrés se encuentra aquí.

el jefe de bomberos (Como asustado.)

¡Canallas! ¿Dónde están?

el guarda de abajo

Macario ha echado unas medias suelas a las botas del diácono y ha ido a entregarlas. A Miguel, usted mismo le encargó que fuera al mercado a vender la avena de los caballos... Yegor se marchó con el carro de los bomberos al otro lado del río en busca de la cuñada del sargento. Kikita está borracho...

el jefe de bomberos

¿Y Alexis?

el guarda de abajo

Alexis, en el río, a coger cangrejos. Usted mismo se lo mandó, porque espera usted convidados.

el jefe de bomberos (Con desdén.)

¿Cómo puede uno servir teniendo a sus órdenes gentecilla semejante? Hombres sin cultura, groseros, borrachos. Si lo supieran en el extranjero ¿qué se diría de nosotros? En París, por ejemplo, los bomberos corren de continuo por la calle, aplastando a los transeúntes. Que haya o no fuego, han de correr siempre. Mientras que aquí, arde el almacén de maderas, ocasionando un desastre inmenso, y nadie se encuentra en su puesto. ¡Que el diablo se los trague! ¡Cuán lejos estamos de Europa! (Vuelve el rostro hacia dentro de la habitación y habla en tono cariñoso.) Máchinka, prepara mi uniforme.

↑ Diminutivo de Simón.

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