El tordo

Picoteaba un tordo los granos de un bosquecillo de mirlos, y complacido por el placer de sus pepitas no se decidía a abandonarlo.

Un cazador de pájaros observó que el tordo se acostubraba al lugar y lo cazó.

Viendo el tordo su próximo fin, dijo:

— ¡Oh desgraciado!, ¡por el placer de comer, me he privado de la vida!

Share on Twitter Share on Facebook