OCÉANO
A término llegué del largo viaje,
Gobernando sin freno, a mi albedrío,
Este alado corcel. ¡Oh, Prometeo!
Me mueven a dolerme de tus males
Nuestra sangre común, y mi cariño.
Dime en qué puedo socorrerte, y presto
Verás que no son vanas mis palabras,
Y que amigo más firme que el Océano
No le tendrás jamás.
PROMETEO
¿Y tú viniste
También a contemplar mi dura pena?
¿Cómo dejando el mar que te da nombre,
Y tus nativos peñascosos antros,
Has venido a la tierra ferri-madre?
¿Apiádaste de mí? ¿Y a verme vienes?
¡Mira cuál trata Zeus a su amigo,
A quien con él fundó la tiranía!
OCÉANO
Lo miro, ¡oh Prometeo! y yo quisiera
Aconsejarte bien. Eres prudente;
Conócete a ti mismo, y tus costumbres
Amolda al tiempo, pues monarca nuevo
A los dioses impera. No pronuncies
Esas palabras duras y punzantes,
Porque Zeus te oirá desde la altura,
Y su ira de hoy parecerate juego,
Si de nuevo se indigna. Esa altiveza
Destierra de tu mente, y a los males
Algún remedio busca. Mis consejos
Quizá parezcan viles y abatidos;
Mas ya ves, Prometeo, qué mercedes
A la soberbia lengua galardonan.
No eres humilde, y a tus penas quieres
Otras nuevas juntar. Si tú me oyeras,
No contra el aguijón te moverías,
Pues sabes que el tirano es inclemente,
Ni se rinde a razones. Quizá pueda
Yo persuadirle a que tus lazos rompa,
Si cesas en tus voces insolentes.
Eres muy sabio. ¿Por ventura ignoras
Que marca el hierro a temeraria lengua?
PROMETEO
¡Dichoso tú que habiendo sido parte
Y cómplice de todas mis empresas,
Impune estás! Mas no vayas a Jove;
Mira por ti; desiste de ayudarme;
Ni le supliques nada; no se ablanda.
No te pase algún mal en el camino.
OCÉANO
Según son tus palabras, mejor sabes
A otros aconsejar que aconsejarte.
No me detengas más; tengo esperanza
Que Zeus, a mis ruegos accediendo,
Del suplicio te libre...
PROMETEO
Te agradezco
Tan buena voluntad, y agradecido
Siempre estaré; pero no intentes nada;
Será fatiga inútil, aunque quieras
Algo intentar. Descansa, y del peligro
Guárdate bien. No quiero que mis daños,
Ya que soy infeliz, a otros alcancen.
OCÉANO
A otros alcanzan, sí; también me aflige
La suerte de Atlas, el hermano nuestro,
En las hesperias playas sustentando
¡Enorme peso! con robustos hombros
Las columnas del cielo y de la tierra.
Y miré con dolor al de los antros
De Cilicia, terrígena habitante,
Guerrero monstruo de cabezas ciento,
Contra todos los dioses rebelado;
Impetuoso Tifón, que el exterminio
Por las horrendas fauces eructaba,
Y gorgóneo fulgor daban sus ojos
Amenazando destronar a Jove.
Pero cayó sobre él el vigilante
Rayo de Zeus, que llamas espiraba,
Grandisonando al descender del nimbo,
Y le hirió en las entrañas, y abrasado
Por el rayo, oprimido por el trueno,
Perdió las fuerzas, y cual cuerpo inútil
En la tierra cayó, junto al estrecho
Del siciliano mar, so las raíces
Del Etna. Y en su cumbre más erguida
Hefesto forja las candentes masas,
Que un tiempo bajarán en ígneo río
A devorar con ásperas mandíbulas
Las opulentas sicilianas mieses.
Entonces lanzará Tifón ignívomo,
Aun calcinado por celeste llama,
De hirvientes dardos, recio torbellino.
PROMETEO
Eres prudente, ni de mi consejo
Necesitas. Defiéndete, si puedes,
De la común desgracia. Yo, constante,
Padeceré la mía, hasta que Jove
Su ira deponga.
OCÉANO
¿Piensas, Prometeo,
Como yo, que de un ánimo irritado
El médico mejor son las palabras
Del amigo?
PROMETEO
Sí; cuando oportunas
No oprimen con violencia, por curarle,
El pecho do la cólera rebosa.
OCÉANO
¿Y encuentras algún mal en intentarlo?
PROMETEO
Vana molestia, y necedad insigne.
OCÉANO
Déjame adolecer de tal achaque,
Ya que siempre es fructuoso para el sabio
Su saber ocultar.
PROMETEO
Que yo me humillo
A suplicar dirán.
OCÉANO
Vuélvome a casa,
Sin nada conseguir.
PROMETEO
Tal vez funesta
Te será tu piedad para conmigo...
OCÉANO
¿En el odio de Zeus omnipotente
He de incurrir?
PROMETEO
Pues no le ofendas nunca.
OCÉANO
Aprenderé en tu daño, ¡oh Prometeo!
PROMETEO
Véte, y conserva tu presente calma.
OCÉANO
Bien has dicho; ya hiere con sus plumas
Este alado cuadrúpedo la vía
Inmensa de los aires; ¡con qué gusto
Doblará la rodilla en mis establos!