Ío y Prometeo: vv. 451 - 630

ÍO

¿Qué tierra? ¿Dónde estoy?... ¿Quién es este hombre

Clavado en la alta peña?

Algún delito espía... ¿Entre qué gentes

Mi fortuna me lleva?

Punza de nuevo el tábano mi rostro,

Y el Argos terrígena,

Aquel pastor de innumerables ojos,

Mirándome me aterra.

Clava en mí siempre su dolosa vista,

Que ni aun la muerte vela,

Y torna del infierno, y me persigue

Como sombra funesta.

Y mientras huyo por desiertos montes,

Por la abrasada arena,

Suena incesante su encerada caña

Canciones soñolientas.

¡Ay! ¡ay! ¿Cuándo terminas mis dolores?

¿Por qué así me atormentas,

Hijo de Cronos, y en delirio insano

Se agita mi cabeza?

Abráseme tu llama, o en su centro

Sepúlteme la tierra;

Oye mis ruegos, dame como pasto

A las marinas bestias.

Harto he vagado; ni reposo encuentro,

Ni se alivia mi pena.

Oye, Saturnio; tu clemencia invoca

La virgen que astas lleva.

PROMETEO

Ésta es la hija de Inaco, por quién Zeus

Ardió en amor; la que persigue Juno;

La que el tábano hiere peregrina.

ÍO

¿Tú el nombre de mi padre pronunciaste?

¿Quién eres, infeliz? ¿Tú me conoces?

¿Sabes que un monstruo sin cesar me punza?

De su ardiente aguijón y de sus saltos

Huyendo voy; la cólera me sigue

De la implacable Juno. ¿Quién padece

Lo que padezco yo? Dime, si sabes,

Cuándo este mal acabará prolijo;

La virgen vagabunda te lo ruega.

PROMETEO

Yo te diré cuanto saber ansías,

No por enigmas, mas en frase clara,

Como siempre al amigo hablarse debe.

Soy Prometeo, robador del fuego.

ÍO

¡Oh! Tú que tanto bien al hombre diste,

¿Por qué causa padeces?

PROMETEO

No sin llanto

Acabo de narrar mis infortunios.

ÍO

¿Y a mí no los dirás? ¿Quién a esa roca

Aguda te clavó?

PROMETEO

Del Padre Zeus

La voluntad; el arte de Vulcano.

ÍO

¿Y qué delito espías?

PROMETEO

Harto sabes.

ÍO

¿Y mi errante correr, cuándo termina?

PROMETEO

Más te vale ignorarlo que saberlo.

ÍO

Lo que he de padecer, no me lo ocultes.

PROMETEO

No te lo ocultaré. Mas no te envidio.

ÍO

Dímelo todo pronto.

PROMETEO

Pero temo

Tu ánimo perturbar...

ÍO

Nada receles;

Me es grato oírte.

PROMETEO

Pues decirlo es fuerza

Y lo quieres, escucha.

Share on Twitter Share on Facebook