EL CORO
Nada receles; con ligero vuelo
Alegres ninfas a esta roca llegan,
No sin vencer la voluntad de nuestro
Padre Oceano.
Nos condujeron las veloces auras,
Cuando el estruendo del herido bronce
De nuestros antros penetró el recinto,
Ronco gimiendo.
Luego vencimos virginal vergüenza,
Y por el éter, en alado carro,
Los pies descalzos, acudimos todas.
A consolarte.
PROMETEO
¡Ay! ¡ay! de Tetis
Fecunda, prole,
Y del ingente
Padre Océano
Que en giro eterno
Circunda el orbe:
Vedme en las peñas
Encadenado,
Como custodio
Del alto monte.
EL CORO
Nube de llanto
Vino a los ojos,
Desde que vimos
Pender tu cuerpo
De agudas piedras,
Con fiera llaga;
Nuevos señores
Tiene el Olimpo;
Con ley despótica
Cronios impera.
La ley antigua
Él abolió.
PROMETEO
¡Oh si en el Orco,
Bajo la tierra,
En el profundo
Tártaro inmenso,
Yaciera atado,
Sin que a los dioses
Ni a los mortales
Contento diera
Con mis dolores!
Ora ludibrio
Soy de los vientos;
Mis enemigos
Mofan de mí.
EL CORO
¿Quién de los dioses
Se alegraría?
¿Quién de tus males
No se indignara,
Fuera de Zeus,
Siempre iracundo,
El que inflexible
La estirpe célica
Hoy tiraniza,
Y no desiste
De su venganza
Hasta que logra
Saciar sus iras,
Sin que perdone
Dolo ni afán?
PROMETEO
Aunque mis plantas
Con ignominia
Sujete el hierro,
Vendrá algún día
En que el monarca
De los felices
Saber pretenda
Lo que yo oculto:
Quién de su trono
honores sacros
Le arrojará.
Ni me persuadan
Melosas voces,
Ni la amenaza
Logre aterrarme,
Porque el secreto
Yo le revele,
Hasta que rompa
Mis duros lazos,
Y el crimen pague
Que cometió.
EL CORO
Ni la desdicha
Rinde tu audacia;
Libre y altivo
Hablas aún;
En nuestras almas
Penetra el miedo;
Por tu fortuna
Tememos todas.
¿Cuál de estos males
El fin será?
Que inexorable
Es del Saturnio
La voluntad.
PROMETEO
Ya sé que Zeus,
Áspero y duro,
Bajo su arbitrio
Pone la ley;
Mas cuando sienta
Cerca el peligro,
La ira venciendo,
Hará conmigo
Fiel amistad;
Yo la deseo,
Querrála él.