Prometeo: vv. 88 - 127

PROMETEO

Éter divino, voladores vientos,

Fuentes y ríos; de marinas ondas

Risa perpetua; omniparente tierra,

Yo os invoco.

¡Sol que en tu lumbre lo penetras todo:

Mira a los dioses afligir a un dios!

Mira que debo innumerables años

Aquí lidiar con el suplicio atroz.

Tales cadenas contra mí ha forjado

El nuevo rey de la mansión feliz.

¡Ay! ¡ay! Lamento mi dolor presente.

¿Cuándo el futuro llegará a su fin?

Pero ¿qué digo? adivinelo todo,

Y ninguna desdicha inopinada

Puede llegar a mí. Conviene ahora

Esta suerte fatal sufrir constante,

Ya que la ley del hado es invencible;

Duro es callar, y es el hablar más duro,

En tan negra fortuna, que padezco

Por haber conducido a los mortales,

De leve caña en el recinto hueco,

Una centella de furtiva llama

Con que las artes y los bienes crecen.

Por tal delito suspendido quedo

Con clavos a este monte. ¡Ay me cuitado!

¿Qué ruido de alas? ¿Qué perfume siento?

¿Es mortal o divino? ¿Quién se acerca

A la remota cima a contemplarme?

¿Venís a ver a un dios aborrecido

De Jove y de los otros inmortales

Que sus atrios frecuentan, porque he amado

Mucho a los hombres? ¡Ay! Más cerca siento

El batir de las plumas; se estremece

El éter sacudido por las alas.

Cuanto se acerca a mí, terror me infunde.

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