Una vez familiarizados con el extensísimo empleo del simbolismo para la representación del material sexual en el sueño, surge en nosotros la interrogación de si muchos de tales símbolos no poseerán siempre, como ciertos signos de la taquigrafía, una significación fija, y nos sentimos tentados de componer una nueva «clave de los sueños». Pero hemos de observar que este simbolismo no pertenece exclusivamente al sueño, sino que es característico del representar inconsciente, en especial del popular, y se nos muestra en el folklore, los mitos, las fábulas, los modismos, los proverbios y los chistes corrientes de un pueblo, mucho más amplia y completamente aún que en el sueño. Así, pues, para dedicar al símbolo toda la atención que su importancia merece y discutir los numerosos problemas inherentes a su concepto, problemas no resueltos aún en su mayor parte, habríamos de traspasar considerablemente el tema de la interpretación onírica. Por tanto, nos limitaremos a indicar que si bien la representación simbólica es, desde luego, una representación indirecta, hay múltiples indicios que nos advierten de la conveniencia de no incluirla entre las demás representaciones de este género sin una previa diferenciación basada en la clara inteligencia de aquello que se nos insinúa como peculiarísimo a ella. En toda una serie de casos descubrimos a primera vista la comunidad existente entre el símbolo y el elemento por él representado. Otros, en cambio, mantienen oculta tal comunidad, y entonces nos resulta enigmática la elección del símbolo. Pero precisamente éstos son los que han de esclarecer el último sentido de la relación simbólica, pues indican que la misma es de naturaleza genesíaca. Aquello que en la actualidad se nos muestra enlazado por una relación simbólica se hallaba probablemente unido en épocas primitivas por una identidad de concepto y de expresión verbal. La relación simbólica parece ser un resto y un signo de antigua identidad. Puede asimismo observarse que la comunidad de símbolos traspasa en muchos casos la comunidad del idioma, como ya lo afirmó Schubert en 1814. Algunos símbolos son tan antiguos como el idioma; otros, en cambio, son de creación actual (por ejemplo, el dirigible, el zepelín).
El sueño utiliza, como ya indicamos, este simbolismo para la representación disfrazada de sus ideas latentes. Entre los símbolos así utilizados hay, ciertamente, muchos que entrañan siempre, o casi siempre, la misma significación. Recuérdese ahora la singular plasticidad del material psíquico. Un símbolo incluido en el contenido manifiesto debe ser interpretado con frecuencia en su sentido propio y no simbólicamente. En cambio, puede también suceder que, basándose en un material mnémico especial, se arrogue un sujeto el derecho de utilizar como símbolo sexual algo que no suele nunca recibir tal empleo. Asimismo, cuando el sujeto puede elegir entre varios símbolos para representar cierto contenido, se decidirá por aquel que entrañe, además, relaciones objetivas con su restante material ideológico y permite, por tanto, una motivación individual, a más de la típica.
Las modernas investigaciones sobre los sueños han probado indiscutiblemente la existencia del simbolismo onírico -el mismo H. Ellis confiesa que es imposible negarla-; pero hemos de reconocer que esta circunstancia dificulta en grado sumo la interpretación. La técnica interpretativa, basada en las asociaciones libres del sujeto, se demuestra, en efecto, ineficaz para la solución de los elementos simbólicos del contenido manifiesto. Por otro lado, obvias razones de crítica científica nos impiden entregarnos al arbitrio del interpretador, volviendo a la técnica empleada en la antigüedad y renovada hoy, según parece, en las libres interpretaciones de Stekel. Así, pues, los elementos simbólicos del contenido manifiesto nos obligan a emplear una técnica combinada que se apoya, por un lado, en las asociaciones del sujeto, y completa, por otro, la interpretación con el conocimiento que el interpretador posee del simbolismo. Para eludir todo reproche de arbitrariedad en la interpretación tiene que coincidir una gran prudencia crítica en la solución de los símbolos, con un cuidadoso estudio de los mismos en ejemplos de sueños particularmente transparentes. Las inseguridades inherentes aún a nuestra actividad de onirocríticos provienen, en parte, de la insuficiencia actual de nuestros conocimientos -insuficiencia que podrá desaparecer ante nuevos progresos de la investigación- y dependen, por lo demás, de ciertas cualidades de los mismos símbolos oníricos. Estos poseen, con frecuencia, múltiples sentidos y su significación exacta depende en cada caso, como sucede con los signos de la escritura china, del contexto en el que se hallan incluidos. A esta multiplicidad de sentidos de los símbolos vienen a agregarse la multiplicidad de interpretaciones de que el sueño es susceptible y su facultad de representar por medio de un mismo contenido diversos impulsos optativos y formaciones ideológicas de naturaleza muy diferente.
Después de estas limitaciones y reservas expondré la significación de algunos símbolos. El emperador y la emperatriz o el rey y la reina representan casi siempre a los padres del sujeto, y este mismo queda simbolizado por el príncipe o la princesa. La misma alta autoridad que al emperador o al rey suele ser concedida a hombres de relevante personalidad, apareciendo así Goethe en muchos sueños como símbolo paterno (Hitschmann). Todos los objetos alargados -bastones, troncos de árboles, sombrillas y paraguas (estos últimos por la semejanza que al abrirlos presenta con la erección)- y todas las armas largas y agudas -cuchillos, puñales, picas- son representaciones del órgano genital masculino. Otro frecuente símbolo del mismo, menos comprensible, es la lima de las uñas (quizá por su acción de frotar). Los estuches, cajas, cajones y estufas corresponden al útero, como también las cuevas, los barcos y toda clase de recipientes. Las habitaciones son casi siempre en el sueño mujeres, y la descripción de sus diversas entradas y salidas suele confirmar esta interpretación. Dado esto se comprenderá la importancia de que la habitación del sueño aparezca «abierta» o «cerrada» (cf. el sueño de Dora, en mi Fragmento del análisis de una histeria). No creemos preciso indicar expresamente cuál es la llave que abre la habitación. Este simbolismo de la cerradura y la llave ha sido utilizado con malicioso ingenio por Uhland en el «lied» del Conde de Eberstein. El sueño de huir a través de una serie de habitaciones representa el sujeto en un burdel o un harem. Pero según ha demostrado H. Sachs con la comunicación de varios acabados ejemplos, también es utilizado este sueño para la representación del matrimonio (antítesis). Cuando el sujeto sueña con dos habitaciones que antes eran una sola, o ve dividida en dos una habitación conocida, o inversamente, encierra su sueño una interesante relación con la investigación sexual infantil. Durante cierto período de la infancia supone, en efecto, el niño que el órgano genital femenino se halla confundido con el ano (la teoría de la cloaca), y sólo más tarde averigua que esta región del cuerpo comprende dos cavidades distintas y orificios separados. Los escalones, escalas y escaleras y el subir o bajar por éstas son representaciones simbólicas del acto sexual. Las paredes o muros lisos por los que trepamos en sueños y las fachadas de casas por las que nos descolgamos -a veces con intensa sensación de angustia- corresponden a cuerpos humanos en pie y reproducen probablemente en el sueño el recuerdo del trepar infantil por las piernas de los padres y guardadores. Los muros «lisos» son hombres. En la angustia que sentimos soñando nos agarramos muchas veces a los «salientes» de las casas por cuya fachada descendemos. Las mesas, las mesas puestas para comer y las tablas son también mujeres, quizá por la antítesis de su lisura con las redondeces del cuerpo femenino. La «madera» parece ser, en general, y correlativamente a sus relaciones lingüísticas, una representante de la «materia» femenina. Siendo «mesa y cama» lo que objetivamente constituye el matrimonio, reemplaza en el sueño muchas veces la primera a la segunda, quedando sustituidas en lo posible las representaciones del complejo sexual por las del complejo de alimentación. Entre las prendas del vestir puede interpretarse con frecuencia el sombrero femenino como un seguro símbolo de los genitales masculinos. Lo mismo sucede con el abrigo. En los sueños de los hombres encontramos muchas veces la corbata como símbolo del pene, no sólo por colgar por delante y ser prenda característica del hombre, sino porque puede ser elegida a capricho, cosa que la naturaleza no nos permite hacer con respecto al miembro simbolizado. Las personas que emplean este símbolo en sus sueños dan gran importancia a las corbatas en su vestido y poseen verdaderas colecciones de ellas. Todas las complicadas maquinarias y aparatos de los sueños son, probablemente, genitales -casi siempre masculinos-, en cuya descripción muestra el simbolismo onírico tan inagotable riqueza como chistoso ingenio. Las armas y herramientas más diversas -arados, martillos, pistolas, revólveres, puñales, sables, etc.- son también empleadas como símbolos del miembro masculino. Asimismo muchos de los paisajes que vemos en sueños, sobre todo aquellos que muestran puentes o montañas cubiertas de bosques, pueden ser reconocidos fácilmente como descripciones de los órganos genitales. Marcinoswski ha llevado a cabo el experimento de hacer dibujar a varias personas los paisajes y locales que habían visto en sueños. Tales dibujos patentizan la diferencia que existe en el sueño entre la significación manifiesta y la latente. A primera vista semejan, en efecto, planos, cartas geográficas, etc., pero atentamente examinados, se revelan como representantes del cuerpo humano, de los genitales, etc., y sólo una vez descubierta esta su significación es cuando facilitan la inteligencia del sueño correspondiente (cf. los estudios de Prister sobre criptografía). Cuando el sueño nos presenta neologismos incomprensibles deberemos pensar también en una fusión de elementos de significado sexual. Los niños (los pequeños) suelen también constituir un símbolo de los órganos genitales correlativamente a la costumbre corriente -tanto en las mujeres como en los hombres- de dar al órgano sexual el cariñoso apelativo de «mi pequeño». Jugar con un niño pequeño o pegarle, etc., son con frecuencia representaciones oníricas de la masturbación. La calvicie, el cortarse el pelo, la extracción o caída de una muela y la decapitación son utilizadas para representar simbólicamente la castración. Cuando uno de los usuales símbolos del pene aparece pluralmente en el sueño debemos interpretarlo como un medio preventivo contra la castración. Tal es también el significado de la imagen onírica de una lagartija -animal cuyo rabo crece nuevamente después de cortado (véase el sueño de las lagartijas, cap. 2, apartado b)-. Varios de los animales empleados en la mitología y en el folklore como símbolos de los genitales desempeñan también en el sueño este papel. Así, el pez, el caracol, el gato, el ratón (a causa del vello de los genitales) y, sobre todo, la serpiente, símbolo el más importante del miembro viril. Los animales pequeños y los parásitos representan a los niños de poco tiempo; por ejemplo, a los hermanitos cuyo nacimiento viene a perturbar la hegemonía del primogénito. El hallarse invadido por insectos parásitos es con frecuencia símbolo del embarazo. Como un recentísimo símbolo onírico del miembro viril citaremos el globo dirigible, justificado tanto por su relación con el vuelo como por su forma alargada. Stekel cita en sus estudios acompañándola de ejemplos, toda una serie de todos los símbolos, en parte no contrastados aún suficientemente. Los trabajos de este autor, y en particular su libro El lenguaje de los sueños, contienen una riquísima colección de soluciones de símbolos, muchas de las cuales han sido agudamente adivinadas y han demostrado luego ser exactas. Así, las contenidas en el capítulo sobre el simbolismo de la muerte. Pero la defectuosa crítica del autor y su tendencia a generalizar a toda costa hacen que otras de sus interpretaciones sean dudosas o francamente inaprovechables, de suerte que es necesario recomendar la mayor prudencia en la aceptación de sus conclusiones. Habré, pues, de limitarme a hacer resaltar aquí un escaso número de ejemplos.
Derecha e izquierda deben ser siempre interpretadas -según Stekel- en un sentido ético. El camino de la derecha (el camino derecho) significa siempre el camino del Derecho, y, en cambio, el izquierdo, el del delito. De este modo puede el segundo representar la homosexualidad, el incesto y la perversión, y el primero, el matrimonio y el comercio sexual con una mujer, etc. Todo esto considerado siempre desde el punto de vista de la moral individual del soñador (l. c., página 466). Los parientes, en general, desempeñan casi siempre en el sueño el papel de genitales. Por mi parte, no he comprobado esta afirmación sino con respecto al hijo, a la hija y a la hermana menor, o sea dentro del sector de aplicación del «pequeño». En cambio, hemos reconocido, en ejemplos indubitables, que las hermanas son símbolo de los senos y los hermanos el de otros hemisferios más voluminosos. El no alcanzar un coche que parte sin nosotros es interpretado por Stekel como representación del sentimiento que el sujeto experimenta ante la diferencia de su edad con la de una persona deseada (pág. 479). El equipaje con el que viajamos es la carga de pecados que nos abruma (ibíd.). Pero precisamente esta imagen se demuestra también con frecuencia como un innegable símbolo de los propios genitales. Stekel ha atribuido, asimismo, significaciones simbólicas fijas a los números que a veces surgen en nuestros sueños; pero estas interpretaciones no nos parecen ni muy seguras ni de una validez general, aunque tengan que ser reconocidas como verosímiles en muchos casos. Sin embargo, el número tres es un comprobado símbolo de los genitales masculinos. Una de las generalizaciones establecidas por Stekel se refiere a la significación de doble sentido de los símbolos genitales. «¡Cuáles serán los símbolos que -por poco que la fantasía lo permita- no puedan ser empleados tanto en el sentido masculino como en el femenino!» La frase intercalada disminuye, desde luego, la seguridad de la afirmación, pues sucede precisamente que no siempre permite la fantasía tal empleo distinto. De todos modos, no creo innecesario hacer constar que, según mi experiencia en la materia, la afirmación general de Stekel queda rotundamente contradicha por la existencia de una gran diversidad. A más de aquellos símbolos que tan pronto representan los genitales masculinos como los femeninos, hay otros que corresponden predominantemente o casi de un modo exclusivo a un solo sexo, y otros de los que sólo es conocida la significación masculina o la femenina. La fantasía no permite, en efecto, el empleo de objetos y armas duros y alargados como símbolos de los genitales femeninos, ni el de huecos (estuches, cajas, cajones, etc.) como símbolos de los masculinos.
Es innegable que la tendencia del sueño y de las fantasías inconscientes a emplear bisexualmente los símbolos sexuales revela un rasgo arcaico, dado que la infancia desconoce la diferencia de los genitales y atribuye los mismos a ambos sexos.
Los genitales pueden también ser representados en el sueño por otras partes del cuerpo: el miembro viril por la mano o el pie, y el orificio genital femenino por la boca, el oído y hasta el ojo. Las secreciones del cuerpo humano -el moco, las lágrimas, la orina, el semen, etc.- pueden sustituirse entre sí en el sueño. Esta última afirmación de W. Stekel, acertada en conjunto, ha sido exactamente restringida por la observación de R. Reitler (Int. Zeitscher, f. Psych., I, 1913), de que generalmente se trata de la sustitución de una secreción importante -el semen, por ejemplo- por otra indiferente.
Estas indicaciones, muy insuficientes, bastarán por lo menos para incitar a otros investigadores a una más cuidadosa labor de colección. En mis Lecciones introductorias al psicoanálisis va incluida una más amplia exposición del simbolismo onírico.
Añadiré aquí algunos ejemplos del empleo de tales símbolos en los sueños, ejemplos que demostrarán cuán imposible es llegar a la interpretación de un sueño sin tener en cuenta el simbolismo y cuán imperiosamente se nos impone la existencia del mismo en muchos casos. Pero al mismo tiempo quiero advertir expresamente que no es tampoco posible limitar la traducción de los sueños a la de los símbolos, prescindiendo de la técnica del aprovechamiento de las ocurrencias del sujeto. Ambas técnicas de la interpretación onírica tienen que completarse entre sí; pero tanto práctica como teóricamente pertenece el lugar principal al procedimiento primeramente descrito que atribuye la importancia decisiva a las manifestaciones del sujeto, sirviéndose de la traducción de los símbolos como medio auxiliar.
1. El sombrero como símbolo del hombre (de los genitales masculinos) (1911).
(Fragmento del sueño de una mujer joven, agorafóbica a consecuencia del temor a la seducción.)
Es verano y salgo de paseo por las calles. Llevo puesto un sombrero de paja de forma singular, curvado su centro hacia arriba y pendientes los lados (al llegar aquí se detiene un momento la sujeto como si vacilase en continuar su descripción) de manera que uno de ellos cuelga más bajo que el otro. Me siento alegre y segura, y al pasar junto a un grupo de jóvenes oficiales pienso: «Todos vosotros no podéis nada contra mí.»
En el análisis al ver que la sujeto no asocia nada al sombrero de su sueño, le digo: «El sombrero es, quizá una representación de los genitales masculinos, con su parte central erecta y las dos partes laterales colgando.» Intencionadamente me abstengo de interpretar el detalle de la desigual altura a la que cuelgan los lados del sombrero, aunque precisamente la determinación de semejantes detalles es la que señala el camino a la interpretación. Luego, añado: «Su sueño le indica que, poseyendo un marido con unos genitales tan espléndidos, no tiene usted por qué sentir miedo de los oficiales; esto es, desear nada de ellos, pues sus fantasías en las que se imagina usted arrastrada por la tentación, son lo que le impide salir de casa sin alguien que la acompañe y por quien se sienta protegida.» Fundándome en material distinto, le había dado ya repetidas veces esta misma explicación de su angustia.
La actitud de la paciente después de esta interpretación es interesantísima. Retira su descripción del sombrero y pretende no haber dicho que los lados pendían desigualmente. Pero yo estoy demasiado seguro de haber oído bien para dejarme indicir a error y me mantengo firme. Entonces permanece algún tiempo en silencio y encuentra luego ánimos para preguntarme por qué tendrá su marido un testículo más colgante que otro y si les sucede lo mismo a todos los hombres. Con esto queda esclarecido el singular detalle del sombrero y obligada la paciente a aceptar la interpretación en su totalidad.
El sombrero me era conocido como símbolo onírico desde mucho antes de este caso. Por otros ejemplos menos transparentes creo poder aceptar que también es susceptible de representar los genitales femeninos.
2. Los niños (los pequeños), como símbolo de los genitales.-El ser atropellado es un símbolo del coito (1911).
(Otro sueño de la misma paciente agorafóbica.)
«Su madre manda salir a su hija pequeña para que tenga que ir sola. Luego va ella con su madre en el tren y ve a su pequeña adelantarse hacia la vía y colocarse sobre los rieles, de modo que ha de ser forzosamente atropellada. Se oyen crujir los huesos (la sujeto experimenta aquí una sensación desagradable, pero no espanto ni terror). Después mira hacia atrás por la ventanilla, para observar si se ven los pedazos, y reprocha a su madre haber dejado marchar sola a la pequeña.»
Análisis. -No es fácil dar aquí una interpretación completa de este sueño, pues forma, con otros varios, un cielo onírico y no puede ser comprendido sino en relación con ellos, dada la imposibilidad de reunir de otro modo el material necesario para el esclarecimiento del simbolismo. La paciente opina primero que el viaje en ferrocarril debe ser interpretado históricamente como alusión a su partida de un sanatorio de enfermos nerviosos, de cuyo director se había enamorado. Su madre fue a buscarla y el médico las despidió en la estación, regalándole un gran ramo de flores. A ella le resultó muy desagradable que su madre fuera testigo de aquella atención. Aparece, pues, aquí la madre como obstáculo a sus aspiraciones amorosas, papel que la severa señora había desempeñado realmente durante la adolescencia de su hija. La asociación siguiente se refiere a la frase «…después mira hacia atrás, para observar si se ven los pedazos…» En la fachada del sueño teníamos, naturalmente, que pensar en los pedazos de su hijita atropellada y destrozada. Pero la asociación aparece orientada en un sentido muy distinto. La sujeto recuerda una ocasión en la que vio a su padre, desnudo y vuelto de espaldas a ella, en el cuarto de baño. Este recuerdo la conduce a hablar de las diferencias sexuales y observa que los genitales masculinos resultan visibles aun hallándose la persona vuelta de espaldas, mientras que los femeninos, no. En conexión con esto interpreta por sí misma que «los pequeños» son los genitales y su «pequeña» (su hija, de cuatro años de edad), sus propios genitales. Reprocha a su madre el haberle exigido que viviese como si no tuviera genitales y vuelve a hallar este reproche en la frase inicial del sueño: «Su madre manda salir a su hija pequeña para que tenga que ir sola.» En su fantasía, el ir sola por la calle significa no tener marido ni relación sexual alguna (coire = ir juntos), abstinencia a la que ella se resiste. Según propia confesión, su madre se manifestó celosa de ella en su adolescencia por la predilección que el padre le demostraba.
Otro sueño de la misma noche, en el que la sujeto se identificó con su hermano, nos da más profunda interpretación del anterior. De muchacha había sido un poco marimacho y había oído decir repetidas veces que había nacido chica por equivocación. Tal identificación con su hermano nos hace ya ver claramente cómo los «pequeños» significan los genitales. La madre amenaza a su hermano (a ella) con la castración, la cual no puede ser sino un castigo por el vicio de jugar con el propio miembro, y por medio de esta circunstancia nos muestra, además, la identificación que la sujeto se masturbó también de niña, cosa de la que no ha conservado recuerdo sino con relación a su hermano. El segundo sueño nos revela, asimismo, que en aquella época debió de adquirir un temprano conocimiento, olvidado después, de las características del órgano sexual masculino y alude al mismo tiempo a la infantil teoría sexual de que las niñas no son sino niños castrados. Al exponerle yo esta opinión infantil, confirma la sujeto mi hipótesis de que su sueño alude a ella, recordando la anécdota siguiente: El niño: «¿Es que te lo han cortado?» La niña: «No; he sido siempre así.»
El mandar fuera a la pequeña, a los genitales, en el primer sueño, se refiere, pues, también a la amenaza de castración. Por último, reprocha a su madre el no haberla parido chico.
En este sueño no aparece patente que el ser atropellado simbolice el comercio sexual, y no sería posible concluirlo de él si no lo supiéramos ya por otros muchos casos más evidentes.
3. Representación de los genitales por edificios, escaleras y fosos (1911).
(Sueño de un joven coartado por el complejo del padre.)
«Pasea con su padre por un lugar que seguramente es el Práter, pues se ve la rotonda, y delante de ella, un pequeño edificio anejo, al que se halla amarrado un globo medio deshinchado. Su padre le interroga sobre la utilidad de todo aquello, pregunta que le asombra, pero a la cual da, sin embargo, la explicación pedida. Llegan después a un patio sobre cuyo suelo se extiende una gran plancha de hojalata. El padre quiere arrancar un pedazo de ella, pero antes mira en derredor suyo para cerciorarse de que nadie puede verle. El sujeto le dice entonces que basta con prevenir al guarda para poder arrancar todo lo que se quiera. Partiendo de este patio desciende una escalera a un foso, cuyas paredes se hallan acolchadas en la misma forma que las cabinas telefónicas. Al extremo de este foso comienza una larga plataforma, después de la cual hay otro foso idéntico…»
Análisis. -Este sujeto pertenecía a un tipo de enfermo cuyo tratamiento terapéutico resulta dificilísimo, pues, no ofreciendo al principio resistencia ninguna al análisis, se hacen luego, en cierto estudio de la misma, completamente inasequibles.
El sueño que antecede fue interpretado por él casi en su totalidad. «La rotonda -dijo- representa mis órganos genitales, y el globo cautivo que se encuentra ante ella no es otra cosa que mi pene, cuya facultad de erección ha disminuido desde hace algún tiempo.» O más exactamente traducido: la rotonda es la región anal -que el niño considera generalmente como parte integrante del aparato genital-, y el pequeño anejo que ante esta rotonda se alza y al que se halla sujeto el globo cautivo representa los genitales. En el sueño le pregunta su padre qué es lo que todo aquello significa; esto es, cuáles son el objeto y la función de los órganos genitales. Sin temor a equivocarnos, podemos invertir la situación y admitir así que es el hijo quien realmente interroga. No habiendo el sujeto planteado nunca en la vida real tal pregunta a su padre, debe considerarse esta idea latente del sueño como un deseo a tomarla condicionalmente; esto es, en la forma que sigue: «Si yo hubiera solicitado de mi padre una información sobre las cuestiones sexuales…» Más adelante hallaremos la continuación y el desarrollo de esta idea.
El patio sobre cuyo suelo se halla extendida la plancha de hojalata no debe ser considerado, en esencia, como un símbolo, pues procede de un recuerdo del local en que el padre ejercía su comercio. Por discreción he sustituido por «hojalata» el artículo en que realmente comercia el padre, sin cambiar en nada más el texto del sueño. El sujeto, que ha comenzado a ayudar al padre en sus negocios, ha visto con gran repugnancia desde el primer día lo incorrecto de algunos de los procedimientos en los que reposa gran parte del beneficio obtenido. Así, pues, podemos dar a la idea que antes dejamos interrumpida la continuación siguiente: («Si yo hubiera preguntado a mi padre, me hubiera engañado como engaña a sus clientes.»)
El deseo del padre de arrancar un pedazo de la plancha de hojalata pudiera ser representación de su falta de honradez comercial pero el mismo sujeto del sueño nos da otra explicación distinta, revelándonos que es un símbolo del onanismo. Esta interpretación coincide con nuestro conocimiento de los símbolos; pero, además, está perfectamente de acuerdo con ella el hecho de que el secreto en que se han de realizar las prácticas masturbadoras queda expresado por la idea antitética (puede arrancar abiertamente lo que quiera). Tampoco extrañamos ver al hijo atribuir al padre el onanismo, del mismo modo que le ha atribuido la interrogación de la primera escena del sueño. El foso acolchado es interpretado por el sujeto como una representación de la vagina, con sus suaves y blancas paredes, interpretación a la que nuestro conocimiento de los símbolos nos permite añadir que el descenso al foso significa, como en otros casos, la realización del coito.
La circunstancia de hallarse el primer foso seguido de una larga plataforma, al final de la cual hay otro nuevo foso, nos la explica el sujeto por un detalle biográfico. Después de haber tenido frecuentes relaciones sexuales, se halla privado de ellas por inhibiciones patológicas que le impiden realizar el coito y espera que el tratamiento a que se ha sometido le devuelva su perdido vigor. Hacia su final se hace el sueño más impreciso, induciéndonos a sospechar la influencia, ya desde su segunda escena, de un nuevo tema, al que se refiere el comercio del padre, su poco escrupuloso proceder y la vagina representada por la primera fosa todo lo cual nos mueve a suponer una relación con la madre del sujeto.
4. Simbolización de los genitales masculinos por personas y de los femeninos por un paisaje (1911).
(Sueño de una mujer perteneciente a la clase popular, casada con un agente de Policía. -Comunicado por B. Dattner.)
«…Alguien se introdujo entonces en la casa y, llena de angustia, llamo a un agente de Policía. Pero éste, de acuerdo con dos ladrones, había entrado en una iglesia, a la que daba acceso una pequeña escalinata. Detrás de la iglesia había una montaña, cubierta en su cima de espeso bosque. El agente de Policía llevaba casco, gola y capote. Su barba era poblada y negra. Los dos vagabundos que tranquilamente le acompañaban llevaban a la cintura unos delantales abiertos en forma de sacos. De la iglesia a la montaña se extendía un camino bordeado de matorrales, que se iban haciendo cada vez más espesos, hasta convertirse en un verdadero bosque al llegar a la cima.»
5. Sueños de castración soñados por sujetos infantiles (1919).
a) Un niño de tres años y cinco meses que ha recibido con visible disgusto la noticia del regreso de su padre, después de una larga ausencia, despierta una mañana muy excitado y repitiendo sin cesar la pregunta: «¿Por qué llevaba papá su cabeza en un plato? Esta noche llevaba papá su cabeza en un plato.»
b) Un estudiante, enfermo hoy de una grave neurosis obsesiva, recuerda que a los seis años tuvo repetidas veces el sueño siguiente: va a la peluquería a cortarse el pelo. De pronto aparece una mujer de alta estatura y severo rostro y le corta la cabeza. En esta mujer reconoce a su madre.
6. Simbolismo urinario (1914): El dibujo reproducido a continuación y titulado Sueño de la niñera francesa procede de una serie de ellos que Ferenczi halló en una revista humorística húngara (Fidibusz) y reconoció como muy apropiado para ilustrar la teoría de los sueños. O. Rank lo ha utilizado ya en su trabajo sobre la acumulación de símbolos en los sueños provocados por un estímulo exterior que acaba por interrumpir nuestro reposo (pág. 99).
Hasta la última viñeta, que muestra el despertar de la niñera a consecuencia de los gritos del niño, no descubrimos que las siete anteriores representan las fases de un sueño. La primera reconoce el estímulo que ha de interrumpir el reposo. El niño siente una necesidad y solicita la ayuda correspondiente. Pero el sueño cambia el lugar de la acción, sustituyendo la alcoba por un paseo. En la segunda viñeta, la sujeto ha arrimado al niño a una columna; el niño orina -y ella puede, por tanto, continuar durmiendo-. Pero el estímulo despertador no cesa; antes bien, se hace más fuerte; el niño, al ver que no le hacen caso, chilla con más energía. Cuanto mayor es la energía con la que reclama el despertar y la ayuda de la niñera, más seguramente hace ver a ésta su sueño que todo se halla en orden y que no tiene necesidad de interrumpir su reposo, amplificando el símbolo en proporción a la intensidad del estímulo despertador. La líquida corriente que el niño emana se hace cada vez mayor. En la cuarta viñeta navega ya sobre ella un bote; luego, una góndola, un barco velero y, por último, un gran vapor. La lucha entre la imperiosa tenacidad de dormir y el infatigable estímulo despertador queda descrita en el dibujo por el gracioso artista.
7. Un sueño de escaleras (1911).
(Comunicado e interpretado por Otto Rank.)
Al mismo colega que me comunicó el sueño de estímulo dental que más adelante expondremos debo el relato del siguiente sueño de polución, análogamente transparente:
«Corro escaleras abajo detrás de una niña para castigarla por algo que me ha hecho. Al final de la escalera la detiene alguien (¿una persona adulta femenina?). La cojo y no sé si le llego a pegar, pues de repente me encuentro en.mitad de la escalera, donde (como si flotara en el aire) realizo el coito con la muchacha. En realidad no es un coito completo, sino que me limito a frotar mi pene contra sus genitales exteriores, apareciéndoseme con extraordinaria claridad tanto esto como la cabeza de la muchacha, vuelta e inclinada hacia un lado. Mientras tanto, veo colgando a mi izquierda y por encima de mí (también como en el aire) dos cuadritos que representan un paisaje, una casa entre verdes árboles. El más pequeño de tales cuadros muestra en el ángulo inferior, donde el pintor debía haber colocado su firma, mi propio nombre, como si me estuviera dedicado como regalo por mi cumpleaños. De los dos cuadritos cuelga, además; una tarjeta, en la que se lee que hay también cuadros aún más baratos (después me veo muy imprecisamente como acostado en una cama situada en un descansillo de la escalera). Al llegar aquí despierto con una sensación de humedad, provocada por la polución.»
Interpretación. -La tarde inmediatamente anterior al sueño había estado el sujeto en una librería y se entretuvo mirando unos cuadros que representaban motivos pictóricos análogos a los de su sueño. Un cuadrito muy pequeño le gustó más que los restantes y se aproximó para ver el nombre del pintor, que le resultó por completo desconocido.
Aquella misma tarde oyó contar de una criada nacida en Bohemia que, hablando de un hijo natural que había tenido, se vanagloriaba de que «se lo habían hecho en la escalera». Extrañado el sujeto ante una circunstancia tan poco corriente, inquirió detalles de la historia y supo que la criada de referencia había ido un día con su novio a casa de sus padres y, no habiendo encontrado ocasión de realizar allí el coito, lo había realizado, a la salida, en medio de la oscura escalera. Modificando entonces el sujeto la frase corrientemente usada para expresar que un vino ha sido falsificado y no procede de los viñedos que su marca indica, dijo en tono humorístico que aquel niño «había nacido en la escalera de la cueva».
Estas conexiones con sucesos diurnos, que aparecen representadas en el sueño, son espontáneamente reproducidas por el sujeto. Pero al mismo tiempo reproduce también, con igual facilidad, un fragmento de un recuerdo infantil que ha sido asimismo utilizado por el sueño. La escalera que éste le muestra es la de la casa en que pasó la mayor parte de su infancia y en la que trabó su primer conocimiento con los problemas sexuales. Uno de sus juegos consistía en dejarse resbalar, con otros niños de su edad, a horcajadas sobre el pasamanos, ejercicio que despertaba en él excitación sexual. En su sueño baja igualmente la escalera con enorme rapidez; tanta, que, como dice al relatarlo, no toca los escalones, sino que bajaba «volando» y «resbalando». Este comienzo del sueño parece representar el factor excitación sexual de dicho suceso infantil. En tales escaleras y en la casa a la que correspondían había el sujeto jugado de niño con sus compañeros a juegos violentos (luchas, guerras, etc.) de encubierto carácter sexual, en los que hubo de hallar una satisfacción de este género, lograda en forma análoga a la del sueño.
Conociendo por las investigaciones de Freud sobre el simbolismo sexual (cf. Zentralblatt f. Ps., A, número 1, página 2) que las escaleras y el subir o bajar por ellas simbolizan casi siempre, en los sueños, el coito, se nos hace este sueño por completo transparente. Su fuerza impulsadora es, como nos lo muestra la polución a que da origen, de naturaleza puramente libidinosa. En el estado de reposo, despierta la excitación sexual (representada en el sueño por el rápido.bajar o resbalar por la escalera), cuyo matiz sádico, basado en los juegos violentos del sujeto cuando niño, queda indicado en la persecución y el abuso de la niña. La excitación libidinosa va tomando incremento e impulsa a la acción sexual (representada en el sueño por los actos de apoderarse de la niña y conducirla a la mitad de la escalera). Hasta aquí sería el sueño un puro símbolo sexual, y como tal, nada transparente para los interpretadores poco experimentados. Pero esta satisfacción simbólica que había salvaguardado hasta entonces la tranquilidad del reposo, no basta a la intensísima excitación libidinosa. La excitación conduce al orgasmo, quedando así evidenciado todo el simbolismo de la escalera como una representación del coito. Este sueño parece confirmar, con especial claridad, la opinión freudiana de que el aprovechamiento sexual de dicho simbolismo rítmico de ambos actos, pues el sujeto manifiesta en su relato que el ritmo de su acto sexual con la niña constituyó el elemento más claro y preciso de su sueño.
Hemos de hacer todavía una observación sobre los dos cuadros del sueño que, aparte de su significación real, posean, en sentido simbólico, la de «mujeres» (Weibsbild, literalmente «imagen de mujer»), y por extensión corriente, «mujer», cosa que resulta ya del hecho de tratarse de uno grande y otro pequeño, como en el contenido manifiesto, de una mujer (adulta) y una niña («una pequeña»). El que haya también cuadros más baratos conduce al complejo de las prostitutas, como, por otro lado, el nombre de pila del sujeto y la idea de que le han regalado el cuadro por el día de su cumpleaños (Geburtstag, literalmente, «día del nacimiento»), al complejo de los padres (nacido en la escalera, creado en el coito). La imprecisa escena final, en la que el sujeto se ve acostado en una cama situada en el descansillo de la escalera y siente humedad, parece aludir, retrocediendo más allá del onanismo infantil, a períodos más tempranos de la infancia del sujeto y tener, probablemente, como modelo escenas análogamente placenteras en las que quedó mojada la cama.
8. Un sueño de escaleras, modificado (1911).
Hago a un paciente mío, un abstinente gravemente enfermo, cuya fantasía se halla fijada a su madre y que ha soñado varias veces ir subiendo una escalera en su compañía, la advertencia de que una masturbación mesurada le sería probablemente menos perjudicial que su forzada abstinencia. La influencia de este consejo mío provoca el sueño siguiente:
«Su profesor de piano le reprocha que descuide su práctica de dicho instrumento y no ejercite los estudios de Moscheles ni el Gradus ad Parnassum, de Clementi.»
Con referencia a este sueño observa el sujeto que el Gradus es asimismo una escalera y que el teclado lo es también, puesto que contiene una escala. Puede decirse que no hay ningún círculo de representaciones que rehúse la simbolización de hechos sexuales.
9. La sensación de realidad y la representación de la repetición (1919). Un individuo de treinta y cinco años relata un sueño que recuerda perfectamente, no obstante haberlo soñado -según cree- cuando tenía cuatro años: El notario en cuyo estudio se hallaba depositado el testamento de su padre -al que perdió cuando tenía tres años- trajo dos hermosas peras, de las cuales le dieron a él una para comer. La otra quedó, sobre el alféizar de la ventana. El sujeto despertó con el convencimiento de la realidad de lo soñado y pidió tenazmente a su madre la otra pera, que estaba sobre el aféizar de la ventana..La madre se echó a reír ante el absurdo convencimiento del niño.
Análisis. -El notario era un anciano de carácter jovial, y cree recordar el sujeto que en una ocasión le trajo realmente unas peras. El alféizar de la ventana era tal y como lo vio en su sueño. Con esto terminan sus ocurrencias y asociaciones con respecto al mismo, agregando únicamente que su madre le había relatado, poco tiempo antes, otro sueño, en el que, viendo dos pájaros posados sobre su cabeza, esperaba que se decidirían a emprender de nuevo el vuelo; pero en lugar de hacerlo así, volaba uno de ellos hasta su boca y chupaba de ella con el pico.
La falta de ocurrencia del sujeto nos da el derecho de intentar la interpretación por sustitución de símbolos. Las dos peras -pommes ou poires- son los pechos de la madre, que le ha amamantado. El alfeizar es la curva saliente del seno, análogamente a los balcones en los sueños que nos presentan cosas. Su sensación de realidad al despertar está justificada, pues la madre le ha amamantado realmente, e incluso mucho más tiempo del acostumbrado, y el niño cree que aún le daría el pecho si se lo pidiera. El sueño puede, pues, traducirse en la forma siguiente: «Mamá, dame (enséñame) otra vez el pecho del que antes mamaba.» El «antes» es representado por el acto de comerse una de las peras, y el «otra vez» por la petición de la otra. La repetición temporal de un acto se convierte siempre, en el sueño, en la multiplicación del número de un objeto.
Es, naturalmente, harto singular que el simbolismo desempeñe ya un papel en el sueño de un niño de cuatro años; pero esta circunstancia, lejos de constituir una excepción, es regla general. Puede decirse que el soñador dispone ya desde un principio del simbolismo.
El siguiente recuerdo, exento de toda influencia, de una señora de veintisiete años, nos muestra cuán tempranamente se sirve el hombre, aun fuera de la vida onírica, de la representación simbólica: no ha cumplido aún los cuatro años. La niñera la lleva al retrete, en unión de su hermano, once meses menor que ella, y de una primita de edad intermedia entre las de ambos, con el fin de que todos ellos hagan sus necesidades antes de salir a paseo. Ella, como la mayor de los tres, se sienta en el retrete, y los otros dos, en orinales. Entonces pregunta a su primita: «¿Tienes tú también un portamonedas? Walter tiene un choricito, y yo un portamonedas.» Respuesta de la primita: «Sí; yo tengo también un portamonedas.»
La niña ha oído toda la conversación y la relata, riéndose, a la madre, tal cual regaña a los niños con gran enfado.
Intercalamos aquí un sueño cuyo precioso simbolismo permitió interpretarlo sin recurrir apenas a la ayuda de la sujeto.
10. Aportación al problema del simbolismo en los sueños de personas sanas (1914).
Una de las objeciones mas frecuentemente expuestas por los adversarios del psicoanálisis -y últimamente también por Havelock Ellis- es la de que el simbolismo constituye, quizá; un producto de la psiquis neurótica, pero no existe en los individuos normales. Mas la investigación psicoanalítica no conoce diferencias de principio y sí únicamente cuantitativas entre la vida anímica normal y la neurótica, y el análisis de los sueños, en los que sea normal o neurótico el sujeto, actúan del mismo modo los complejos reprimidos, muestran la completa identidad, tanto de los mecanismos como del simbolismo..Puede incluso afirmarse que los sueños de los normales contienen con frecuencia un simbolismo mucho más sencillo, transparente y característico que los de personas neuróticas, en los cuales es mucho más atormentado, oscuro y difícil de interpretar, a causa de la más severa y enérgica actuación de la censura y de la más amplia deformación onírica resultante. El sueño que a continuación comunicamos servirá para ilustrar este hecho. Procede de una muchacha no neurótica, honestísima y de carácter más bien serio y retraído. En el curso de la conversación averiguo que está prometida, pero que hay ciertos obstáculos que se oponen, por el momento, a la celebración de su matrimonio y habrán, seguramente, de retrasarlo. Espontáneamente me relata el sueño que sigue:
I arrange the centre of a table with flowers for a birthday («Arreglo con flores el centro de una mesa para una fiesta de cumpleaños.») A preguntas mías responde que en el sueño se hallaba como en su casa natal (que ahora no posee) y experimenta una sensación de felicidad.
El simbolismo «popular» me permite interpretar para mí el sueño. Trátase de la expresión de sus deseos de novia. La mesa con el centro de flores es un símbolo de la sujeto misma y de los genitales. La sujeto representa realizados sus deseos para el futuro, ocupándose ya con la idea del nacimiento de un hijo ( Geburtstag, «cumpleaños», o literalmente «día del nacimiento»). Por tanto, tiene que haberse celebrado la boda hace ya algún tiempo.
Le hago observar que la expresión the centre of the table es muy poco usual, reconociéndolo ella; pero, naturalmente, no puedo seguir interrogándola de un modo directo. Evité con todo cuidado sugerirle la significación de los símbolos y me limité a preguntarle lo que se le ocurría con respecto a cada uno de los fragmentos del sueño. Su carácter retraído y poco comunicativo cedió el paso, durante el análisis, a un gran interés por la interpretación y a una espontánea franqueza. A mi pregunta de cuáles habían sido las flores de su sueño, respondió primero: Expensive flowers; one has to pay for them. («Flores caras, por las que hay que pagar.») Y luego; que eran lilies of the valley, violets and pinks or carnations («lirios del valle, violetas y claveles»). Supuse que la palabra lirio aparecía en este sueño con su significado popular de símbolo de la castidad, y la sujeto confirmó esta hipótesis asociando a lilie, purity (pureza). Valley, el valle, es un frecuente símbolo onírico femenino, y de este modo, la reunión de ambos símbolos en el nombre de una flor se convierte en un símbolo onírico, destinado a acentuar su preciosa virginidad -expensive flowers, one has to pay for them- y a expresar la esperanza de que el hombre al que se halla prometida sabrá estimar su valor. La observación expensive flowers, etc., tiene, como más adelante veremos, una distinta significación con respecto a cada uno de los tres símbolos florales.
Sentando una hipótesis que al principio me incliné a juzgar atrevida en exceso, intenté buscar el sentido secreto de las violets, aparentemente tan asexuales, en una relación inconsciente con la palabra francesa viol (violación). Mas, para mi sorpresa, asoció la sujeto la palabra inglesa violate (violar), de idéntico sentido. La gran analogía causal de las palabras violet (violeta) y violate (violar) -que sólo se distinguen en la pronunciación por una diferencia de acento en la última sílaba- es utilizada por el sueño para expresar, «por medio de la flor», la idea de la violencia de la desfloración (palabra empleada asimismo por el simbolismo de las flores) y quizá también un rasgo masoquista de la.muchacha. Tenemos aquí un interesante ejemplo de los «puentes de palabras» por los que atraviesan los caminos hacia lo inconsciente. El one has to pay for them significa la vida, con lo cual podrá la sujeto pagar el convertirse en mujer y madre.
Con respecto a los pinks (claveles), que la sujeto denomina también carnations, pienso en la relación de esta palabra con lo «carnal». Pero lo que a esta palabra asocia ella es colour (color), añadiendo que su prometido le había regalado con frecuencia y en grandes cantidades tales flores. Al final de la conversación me confiesa de pronto, espontáneamente, no haberme dicho antes la verdad, pues lo que hubo de asociar a carnations no fue colour, sino incarantion (encarnación). Esta palabra es la que yo había esperado que asociase. De todos modos, tampoco puede considerarse muy lejana la asociación colour, pues se halla determinada por la significación de carnation (color de la carne), o sea por el mismo complejo. La insinceridad de la sujeto nos muestra que es en este punto en el que la resistencia era mayor, correlativamente a una mayor transparencia del simbolismo y a una máxima intensidad de la lucha que en torno a este tema fálico se desarrolla entre la libido y la represión. La observación de que su prometido le ha regalado muy frecuentemente tales flores constituye, con la doble significación de carnation, una nueva indicación del sentido fálico de las mismas en el sueño. La ocasión (cumpleaños) en que es hecho el regalo sirve para expresar la idea del regalo sexual y correspondencia al mismo. La sujeto regala su virginidad y espera, en correspondencia, una rica vida de amor. El expensive flowers, one has to pay for them, podría tener también aquí una significación realmente financiera. El simbolismo floral del sueño contiene, pues, el símbolo virginal femenino, el masculino y la relación a la desfloración violenta. Indicaremos de paso que el simbolismo floral sexual, extraordinariamente extendido, simboliza los órganos sexuales humanos con las flores, que son los órganos sexuales de las plantas. El regalarse flores, tan acostumbrado entre los que se aman, tiene, quizá, en general, esta significación inconsciente.
La fiesta de cumpleaños que en sus sueño prepara la sujeto significa el nacimiento de un niño. De este modo se identifica ella con su prometido y la representa preparándola para un nacimiento; esto es, realizando con ella el coito. La idea latente podría, pues, ser ésta: si yo fuera él, no esperaría, sino que desfloraría a la novia sin consultarla, violentándola. A esta idea alude el violate, quedando así de manifiesto el componente sádico de la libido. En un más profundo estrato del sueño, el I arrange, etc., podría tener también una significación autoerótica, o sea infantil.
La sujeto tiene en su sueño un concepto de su cuerpo sólo en sueños posible. Se ve, en efecto, plana como una mesa, y esta circunstancia motiva una mayor acentuación del precioso valor del centre (en otra ocasión lo denomina a center piece of flowers), o sea de su virginidad. La horizontalidad de la mesa pudo también aportar un elemento al símbolo. La gran concentración de este sueño, en el que nada sobra, siendo cada palabra un símbolo, merece especialísima mención.
Posteriormente aporta la sujeto un nuevo elemento del sueño: I decorate the flowers with green crinkled paper («Adorno las flores con papel verde rizado»), y añade que este papel era el llamado fancy paper (papel de fantasía), con el que se suelen revestir las macetas ordinarias. Luego prosigue: To hide untidy things;.whatever was be seen, which was not pretty to eye; these is a gap, a little space in the flowers. O sea: «Para ocultar cosas sucias que no son nada agradables a la vista; una hendidura, un pequeño espacio entre las flores.» The paper looks like velvet or moss («El papel parece terciopelo o musgo»). A decorate asocia decorum (decoro), como yo esperaba. Al color verde asocia Hope (esperanza), nueva relación al embarazo. En esta parte del sueño no domina la identificación con el prometido, sino que se imponen ideas de pudor y sinceridad. Se arregla para él y se confiesa sus defectos físicos, de los que se avergüenza y que intenta corregir. Las asociaciones «terciopelo» y «musgo» prueban que se trata de las «crines pubis».
El sueño es una expresión de ideas que apenas conoce el pensamiento despierto de la sujeto. Ideas cuyo tema es el amor sexual y sus órganos. Es «preparada para un día de nacimiento» (cumpleaños), o sea objeto del coito; expresa su temor a la desfloración y, quizá, también el dolor acentuado de placer; se confiesa sus defectos corporales y los compensa y supera por la superestimación del valor de su virginidad. Su pudor excusa la naciente sensualidad, pretendiendo que el objeto de la misma es el niño. Al mismo tiempo quedan también expresadas otras reflexiones materiales, ajenas al sentimiento amoroso. El afecto de este sencillo sueño -la sensación de felicidad- muestra que han hallado satisfacción en él enérgicos complejos sentimentales.
Ferenczi (1917) ha hecho observar, muy acertadamente con cuánta facilidad dejan adivinar el sentido de los símbolos y el del sueño total casos como este último, en los que el sujeto no puede siquiera sospechar las ideas que constituyen el contenido latente.
El análisis que a continuación exponemos de un sueño de una personalidad histórica contemporánea es incluido aquí por aparecer en él clarísimamente caracterizado como símbolo fálico, merced a la agregación de una determinante, un objeto apropiado ya de por sí para la representación del miembro masculino.
El «infinito alargamiento» de una fusta no puede significar fácilmente cosa distinta de la erección. Este sueño constituye, además, un acabado ejemplo de cómo son representadas por material sexual infantil ideas graves y lejanas de lo sexual.
11. Un sueño de Bismarck. (Doctor Hanns Sachs.) (1919.) 6En sus Pensamientos y recuerdos comunica Bismarck una carta dirigida por él al emperador Guillermo I, con fecha 18 de diciembre de 1881, de la que tomamos el siguiente párrafo:
«Lo que V. M. me escribe me anima a relatarle un sueño que tuve en la primavera de 1863, cuando la gravedad de la situación política había llegado a su punto máximo y no se vislumbraba salida ninguna practicable. Así las cosas, soñé una noche -y a la mañana siguiente comuniqué mi sueño a mi mujer y a otras personas- que iba a caballo por una angosta senda alpina, bordeada a la derecha por un abismo y a la izquierda por una roca perpendicular. La senda fue haciéndose cada vez más estrecha, hasta el punto de que el caballo se negó a seguir adelante, resultando también imposible, por falta de sitio, dar la vuelta o apearme. En este apuro, golpeé con la fusta que empuñaba en mi mano izquierda la roca vertical y lisa, invocando el nombre de Dios. La fusta se alargó infinitamente, cayó la roca y apareció ante mis ojos un amplio camino, al fondo del cual se extendía un bello paisaje de colinas y bosques, semejante al de Bohemia, por el que avanzaba un ejército prusiano con sus banderas.desplegadas. Al mismo tiempo surgió en mí el pensamiento de cómo podría comunicar rápidamente tal suceso a V. M. Este sueño, del que desperté contento y fortificado, llegó luego a cumplirse.»
La acción que el sueño desarrolla aparece dividida en dos partes. En la primera llega a encontrarse el soñador en un grave aprieto, del que es luego salvado, en la segunda, de un modo milagroso. El apurado trance en que el sueño presenta al jinete y a su montura es una deformación onírica fácilmente reconocible de la crítica situación del hombre de Estado, la cual debió pesar especialmente sobre el ánimo de Bismarck al reflexionar, la tarde anterior al sueño, sobre los graves problemas que la política le planteaba por aquellas fechas. Con la misma imagen utilizada como representación por el sueño, describe Bismarck en el párrafo antes copiado de su carta al emperador («no se vislumbra salida ninguna practicable») su apurada situación, prueba de que dicho giro le era usual. Este sueño nos presenta, además, un acabado ejemplo del «fenómeno funcional» de Silberer. Los procesos que se desarrollan en el ánimo del sujeto, cuyas tentativas de solución tropiezan todas con obstáculos insuperables, pero que no puede ni debe, sin embargo, apartar su espíritu de la reflexión sobre los problemas planteados, quedan exactamente representados por el jinete, que no puede avanzar ni volver atrás. El orgullo que le prohíbe ceder y renunciar a sus proyectos se manifiesta en el sueño por medio de las palabras «imposible dar la vuelta o apearme».
Por su continua y dura labor, puesta constantemente al servicio del bien ajeno, podía Bismarck compararse al caballo, cosa que hizo, en efecto, repetidas veces, por ejemplo, en la conocida frase: «Un buen caballo muere ensillado.» Así explicada, la frase «el caballo se negó a seguir adelante» no significa sino que el sujeto, fatigadísimo, experimentaba la necesidad de apartarse de los cuidados de la actualidad, o, dicho de otro modo, que se hallaba en vías de libertarse de las cadenas del principio de la realidad por medio del reposo y del sueño. La realización de deseos, tan enérgicamente lograda en la segunda parte, queda ya preludiada en la primera con las palabras «senda alpina». Por aquellos días tenía ya Bismarck el proyecto de pasar sus próximas vacaciones en los Alpes -en Gastein-. El sueño que allí le trasladaba le libertaba, pues, por completo de todos los abrumadores negocios del Estado.
En la segunda parte muestra el sueño doblemente realizados los deseos del sujeto, una vez franca y comprensiblemente, y otra, simultánea, en forma simbólica. Simbólicamente, por la desaparición del obstáculo, en lugar del cual le muestra un amplio camino, o sea la salida buscada, en su forma más cómoda; abiertamente, por la vista del ejército prusiano en marcha. Para el esclarecimiento de esta profética visión no es preciso establecer conexiones místicas; basta con la teoría freudiana de la realización de deseos. Bismarck ansiaba ya, como la mejor solución de los conflictos internos de Prusia, una guerra victoriosa con Austria. Mostrándole al ejército prusiano en marcha a través de Bohemia, o sea del territorio enemigo, le presenta su sueño la realización de tal deseo, conforme al postulado de Freud. Desde el punto de vista individual, la única circunstancia importante es la de que el sujeto del sueño no se contentó en este caso con la realización onírica, sino que supo conquistar la real. Un detalle que ha de llamar necesariamente la atención de todo conocedor de la técnica de interpretación psicoanalítica es el de la fusta que se «alarga infinitamente». La fusta, el bastón, la pica y otros muchos objetos de.este género son corrientes símbolos fálicos. Pero cuando además se atribuye a la fusta la cualidad más singular del falo, esto es, la de dilatarse, no podemos abrigar ya la menor duda. La exageración del fenómeno hasta el «infinito» parece corresponder a una concepción infantil del mismo. El empuñar la fusta es una clara alusión al onanismo referido, naturalmente, no a las circunstancias actuales del sujeto, sino a épocas muy pretéritas de su infancia. Nos resulta en este caso muy valiosa la interpretación hallada por el doctor Stekel de que la izquierda significa en el sueño el delito, o sea en el caso presente, la masturbación infantil practicada contra una expresa prohibición. Entre este más profundo estrato infantil y el más superficial, constituido por el tema de los planes diurnos del hombre de Estado, descubrimos aún otro, intermedio y relacionado con los dos. Todo el proceso de la salvación conseguida con la ayuda de Dios, golpeando la roca, recuerda evidentemente una escena bíblica, aquella en que Moisés salva a su pueblo de la sed haciendo brotar agua de una peña al golpe de su vara. Bismarck, perteneciente a una piadosa familia protestante, familiarizada con los textos bíblicos, tenía que conocer tal escena, y por aquellos días de conflicto podía muy bien compararse con Moisés, pues ha puesto, como él, todas sus energías al servicio de su pueblo y se ve también recompensado con el odio, la ingratitud y la rebelión. Esta circunstancia hubo de facilitar el enlace de sus deseos actuales con el citado pasaje de la Biblia, el cual contiene, por otro lado, algunos detalles muy susceptibles de ser utilizados en la fantasía masturbadora. Contraviniendo el mandato de Dios, empuña Moisés la vara, y esta desobediencia es castigada por el Señor con el anuncio de que morirá sin pisar la tierra de promisión. La desobediencia a la prohibición de empuñar la vara -inequívocamente fálica en el sueño-, la producción de un líquido por el acto de golpear con ella y la amenaza de muerte: he aquí reunidos todos los factores de la masturbación infantil. Muy interesante es en este caso la elaboración que ha soldado, por medio del pasaje bíblico, tales dos imágenes, heterogéneas, procedente una de ellas de la psiquis del genial hombre de Estado, y la otra de los impulsos de la primitiva alma infantil, logrando, además, borrar todos los factores displacientes. La circunstancia de que el empuñar la vara es un acto prohibido y rebelde queda indicada simbólicamente por el hecho de ser realizado dicho acto con la mano izquierda. Pero en el sueño manifiesto acompaña al mismo la invocación a Dios, como para rechazar lo más ostensiblemente posible toda idea de ilicitud. De las dos predicciones que Dios hace de Moisés, la de que dará vista a la tierra prometida y la de que no llegará a pisarla, queda claramente representada la realización de la primera (vista de un paisaje de colinas y bosques), y, en cambio, la otra, en extremo displaciente, no es siquiera mencionada. El agua ha sido suprimida, sin duda, por la elaboración secundaria, que aspiraba a la unificación de este escena con la precedente y queda sustituida por la disgregación de la roca misma. El final de una fantasía onanista infantil, en la que aparece representado el tema de la prohibición, ha de ser, a nuestro juicio, el deseo de que las personas a cuya autoridad se halla sometido el niño no averigüen nada de lo sucedido. En el sueño se muestra representado este deseo por su contrario, el de comunicarlo en seguida al rey. Pero esta inversión se armoniza perfectamente y sin esfuerzo alguno con la fantasía victoriosa contenida en el estrato más superficial de las ideas latentes y en una parte del contenido manifiesto. Tales sueños de victoria y avasallamiento son con frecuencia encubridores de deseos eróticos de.conquista. Algunos rasgos de éste (por ejemplo, el obstáculo que se opone el avance del sujeto y desaparece después del empleo de la fusta, «que se alarga infinitamente», quedando sustituido por un amplio camino) indicarían algo semejante, pero no son suficientes para concluir la existencia de una orientación ideológica y optativa determinada de todo el sueño. Este nos ofrece, desde luego, un acabado modelo de deformación onírica perfectamente conseguida.
Lo que decía provocar displacer es elaborado de tal manera que permanece totalmente encubierto por la trama tejida sobre ello, quedando así evitado el desarrollo de angustia. Constituye, pues, este sueño un caso ideal de realización de deseos, conseguida hasta el último extremo sin despertar en absoluto la suspicacia de la censura, resultando así comprensible que el sujeto despertara de él contento y fortificado.
Cerraremos esta serie de ejemplos con el sueño siguiente:
12. Sueño de un químico (1909).
El sujeto es un joven químico que trataba de sustituir por el comercio sexual normal con una mujer sus costumbres onanistas.
Información preliminar. -El día inmediatamente anterior al sueño ha estado explicando a un estudiante la reacción de Grignard, por medio de la cual puede convertirse el magnesio, bajo la acción catalítica del yodo, en éter absolutamente puro. Realizado este mismo experimento, se produjo dos días antes una explosión, de la que resultó con quemaduras en las manos uno de los asistentes. Sueño. -I. Tiene que hacer un compuesto de fenol, magnesio y bromo. Ve clarísimamente todos los aparatos dispuestos para el experimento, pero ha sustituido el magnesio por su propia persona. Se halla en un estado singularmente vacilante y no cesa de repetirse: «Esto va bien, mis pies comienzan ya a disolverse, mis rodillas se ablandan.» Luego se palpa los pies, saca (no sabe cómo) sus piernas del alambique y dice: «Esto no puede ser. Pero, sí: está bien hecho.» Al llegar aquí despierta parcialmente y se repite el sueño porque quiere contármelo. Siente ya miedo de lo que habrá de solucionar su interpretación; experimenta durante este intervalo, en el que permanece medio despierto, una gran excitación y repite sin cesar: «Fenil, fenil…» II. Se encuentra con toda su familia en (…ing) y está citado con cierta señora a las once y media, pero cuando se despierta es ya esta hora. Se dice: «Ya es tarde: cuando llegue allí serán más de las doce y media.» Luego ve a su familia sentada a la mesa, y con particular precisión a su madre y a la criada, que trae la sopera. Entonces se dice: «Bueno; si vamos a comer, no puedo irme.»
Análisis. -Está seguro de que ya el primer sueño se halla relacionado con la señora de la cita. (Fue soñado la noche inmediatamente anterior a esta cita.) El estudiante al que explicó la reacción de Grignard es un sujeto repulsivo. Durante el experimento hubo de decirle: «Eso no va bien», al ver que el magnesio permanecía aún intacto, y el interpelado respondió: «No, no va bien», como si todo aquello le tuviese sin cuidado. Este estudiante es él mismo, tan indiferente a su propio análisis como aquél a su síntesis. En cambio, la persona que lleva a cabo en el sueño la operación química no es él, soy yo, presentado bajo sus apariencias. ¡Cuán repulsivo debe parecerme por su indiferencia hacia el resultado del tratamiento!
También es él, por otro lado, aquello con lo que se hace el análisis (síntesis).
Se trata del éxito de la cura. Las piernas que aparecen en el sueño le recuerdan.una impresión de anoche. Encontró en el salón de baile a una señora a la que quiere conquistar, y bailando con ella, la apretó tanto contra él, que una de las veces no pudo ella reprimir un grito. Pero cuando luego cesó en su presión contra las piernas de su pareja, sintió que ésta le apretaba a su vez, pegándose a sus muslos hasta por encima de la rodilla; esto es, a la parte de su cuerpo mencionada en el sueño. En esta situación es, pues, la mujer el magnesio de la retorta, con el que por fin, marchan bien las cosas. El sujeto es femenino con respecto a mí y viril con respecto a la mujer. Puesto que con la señora le va bien, también le irá bien en la cura a que está sometido. El palparse y el reblandecimiento que comprueba en sus rodillas aluden al onanismo y corresponden a su fatiga de la víspera. La cita se hallaba fijada realmente a las once y media. Su deseo de no despertarse a tiempo para permanecer junto a los objetos sexuales domésticos (la masturbación) corresponde a su resistencia. Con respecto a la repetición de la palabra fenil, manifiesta lo siguiente:
«Todos estos radicales en il me han gustado siempre mucho y son de un comodísimo empleo: Bencil, acetil, etc.» Esto no nos da luz ninguna pero cuando le propongo el radical Schlemihl se echa a reír y me relata que durante el verano ha leído un libro de Prévost, en uno de cuyos capítulos, titulado «Les exclus de l'amour», se hablaba, efectivamente, de los schlemihliés y se los describía en forma que le hizo exclamar: «¡Este es mi caso!» El no acudir a la cita hubiera sido también una schlemihlada.
Parece ser que el simbolismo onírico sexual ha encontrado ya una confirmación experimental directa. En 1912, y a instancias de H. Swoboda, realizó K. Schrötter, doctor en Filosofía, el experimento de provocar, por medio de la sugestión en personas profundamente hipnotizadas, sueños cuyo contenido les marcaba de antemano. Cuando la sugestión entrañaba el mandato de soñar con el comercio sexual normal o anormal, cumplía el sueño este mandato sustituyendo el material sexual por los símbolos ya descubiertos en la interpretación onírica psicoanalítica.
Así, habiéndose sugerido a una sujeto, como tema onírico, el comercio homosexual con una amiga suya, apareció ésta en el sueño llevando en la mano una vieja maleta que mostraba pegado un cartelito con las palabras «Sólo para señoras». La sujeto no tenía la menor noticia del simbolismo de los sueños ni de la interpretación onírica. Desgraciadamente, el suicidio del doctor Schrötter, sobrevenido a poco de comenzadas estas importantes investigaciones, nos impide determinar su alcance. De ellas ha quedado únicamente un trabajo publicado en la Zentralblatt für Psychoanalyse.
Hallazgos similares fueron publicados por Roffenstein en 1923. Ciertos experimentos efectuados por Betlheim y Hartmann (1924) son del mayor interés, puesto que ellos no usaron la hipnosis. Estos experimentadores relataron chistes de un marcado carácter sexual a enfermos con el síndrome de Korsakoff y observaron las distorsiones que aparecían cuando se les pedía reproducir esas anécdotas a estos pacientes con tales estados confusionales.
Encontraron que aquellos símbolos familiares a nosotros en la interpretación de los sueños hacían su aparición (ejemplo: subir escaleras, apuñalar o disparar como símbolos de cópula, cortaplumas y cigarrillos como símbolos de pene). Los autores le dieron especial realce a la aparición del símbolo de la escalera, ya que como bien observan ellos, ningún deseo consciente distorsionador podía haber llegado a un símbolo de este tipo..Una vez que hemos dedicado al simbolismo onírico toda la atención que merece, podemos continuar ocupándonos de los sueños típicos, cuyo examen interrumpimos en páginas anteriores. Me parece justificado dividir, grosso modo, estos sueños en dos clases: aquellos que poseen realmente siempre el mismo sentido y aquellos otros que, no obstante presentar el mismo o análogo contenido, son susceptibles de las más diversas interpretaciones. De los pertenecientes a la clase primera hemos estudiado ya detenidamente el sueño de examen.
Por la analogía de su impresión afectiva pueden ser agregados los sueños en los que perdemos el tren a los de examen, agregación que su esclarecimiento justifica luego plenamente. Son, en efecto, sueños que tienden a mitigar otro sentimiento de angustia experimentado durante el reposo, el miedo a morir. «Partir» es uno de los símbolos más frecuentes y explicables de la muerte: El sueño nos dice entonces, consolándonos: «Tranquilízate, no morirás» (no partirás), del mismo modo que el sueño de examen nos serenaba, diciendo: «No temas; tampoco esta vez te sucederá nada.» La dificultad con que tropieza nuestra comprensión de estas dos clases de sueños procede de hallarse ligada la sensación de angustia precisamente a la expresión del consuelo.
El sentido de los sueños de estímulo dental, sueños que he tenido numerosas ocasiones de analizar, se me ocultó durante mucho tiempo, pues para mi sorpresa tropezaba siempre su interpretación con resistencias intensísimas.
Por último, se me impuso la evidencia de que en los sujetos masculinos era el placer onanista de la pubertad lo que constituía la fuerza provocadora de estos sueños. Analizaré aquí dos de ellos, uno de los cuales es, al mismo tiempo, un «sueño de vuelo». Ambos proceden de la misma persona, un joven de tendencias homosexuales muy enérgicas, aunque coartadas en la vida real. (Ambos de 1909.)
Se encuentra presenciando una representación de Fidelio, en el patio de butacas de la Opera, al lado de la persona que le es muy simpática y cuya amistad quisiera conquistar. De repente echa a volar oblicuamente por encima del patio de butacas hasta el final del mismo, se lleva luego la mano a la boca y se arranca dos muelas.»
El sujeto describe su vuelo diciendo que fue como si le hubieran tirado o arrojado (geworfen) al aire. Tratándose de una representación de Fidelio, hemos de pensar en los versos:
Aquel que ha conquistado una hermosa mujer. Pero la conquista de una mujer -por hermosa que fuese- no entra en los deseos del sujeto. Con éstos se hallarán más de acuerdo los versos que vienen a continuación: Aquel que ha acertado en la gran tirada/de ser el amigo de un amigo… (Wurf.).
El sueño contiene esta tirada y no sólo como realización de deseos, pues detrás de ella se esconde también el amargo recuerdo de otras veces que fracasó el sujeto en sus demandas de amistad, siendo rechazado (hinausgeworfen = «arrojado fuera»), y el temor a que le suceda lo mismo con el joven a cuyo lado asiste a la representación de Fidelio. Avergonzado, añade luego la confesión de que una vez que un amigo le hizo objeto de un desprecio se masturbó dos veces seguidas poseído por la excitación sexual que despertó.en él la añoranza de la amistad perdida.
Sueño segundo. -«Dos profesores de Universidad conocidos suyos me sustituyen en su tratamiento. Uno de ellos le hace algo en el miembro. El otro le golpea la boca con una barra de hierro, arrancándole los dientes. Luego le vendan con cuatro pañuelos de seda.»
No cabe dudar del sentido sexual de este sueño. Los pañuelos de seda corresponden a una identificación con un homosexual conocido suyo. El sujeto que no ha realizado jamás el coito, ni ha buscado tampoco, en la vida real, el comercio sexual con personas de su propio sexo, se representa el comercio sexual conforme al modelo de la masturbación a la que se entregó en su pubertad.
A mi juicio, también las frecuentes modificaciones del sueño típico de estímulo dental, por ejemplo la de ser una tercera persona quien extrae una muela al sujeto, etc., se nos hacen comprensibles mientras la misma explicación. De todos modos, no deja de parecer enigmático que el «estímulo dental» pueda llegar a entrañar tal significado. Haremos observar aquel la tan frecuente transferencia de abajo arriba que encontramos puesta al servicio de la represión sexual y mediante la cual pueden llegar a realizarse en la histeria localizándose en partes del cuerpo exentas de toda objeción sensaciones e intenciones que debían desarrollarse en los genitales. Un caso de esta transferencia se nos ofrece cuando dentro del simbolismo del pensamiento inconsciente quedan sustituidos los genitales por el rostro. Los usos del lenguaje contribuyen a ello con palabras aplicables a dos diferentes partes del cuerpo (carrillos, labios). La nariz es hecha equivalente al pene en muchas alusiones; la vegetación capilar próxima a ambos miembros completa la analogía. Sólo los dientes y muelas se hallan fuera de toda posibilidad de comparación, y precisamente esta circunstancia, que contrasta con el paralelismo antes detallado, es lo que bajo el empuje de la represión sexual los hace apropiados para los fines de la representación.
No pretendo afirmar que la interpretación de los sueños de estímulo dental como sueños onanistas, justificada, sin duda alguna, haya llegado a ser por completo transparente. Me limito a exponer todos los datos que para su esclarecimiento he hallado hasta aquí, conviniendo en que aún queda bastante por explicar. En nuestro país existe una grosera expresión para designar el acto de la masturbación: «arrancarse una». No puedo decir de dónde procede esta expresión ni cuál es el simbolismo en que se basa, pero las «muelas», parecen muy apropiadas para representarla.
Dado que los sueños de la extracción o caída de una muela son interpretados por la creencia popular como anuncio de la muerte de un pariente, mientras que el psicoanálisis no les concede tal significación, sino todo lo más en el sentido paródico arriba indicado, intercalaremos aquí un «sueño de estímulo dental» que nos ha sido comunicado por Otto Rank:
«Un colega que desde hace algún tiempo ha comenzado a interesarse por los problemas de la interpretación onírica me comunica el siguiente caso de «sueño de estímulo dental»:
«Soñé hace poco que estaba en casa del dentista, el cual me horadaba una de las últimas muelas de la mandíbula inferior; pero tanto y tanto trabajaba en ella que acaba por dejármela inservible. Entonces coge la llave y me saca la muela, asombrándome la facilidad con que realiza la extracción. Luego me dice.que no me importe, pues no es esta muela la que estaba curándome, y la deposita encima de la mesa, donde queda dividida en varias capas. (Antes compruebo que se trata de un incisivo de la mandíbula superior.) Me levanto del sillón, lleno de curiosidad, y acercándome a la mesa, dirijo una pregunta médica al dentista, el cual me contesta que aquello se relaciona con la pubertad, y que sólo antes de la misma, o tratándose de una mujer en el momento de tener un hijo, pueden extraerse las muelas tan fácilmente. Mientras tanto separa los diversos fragmentos en que ha quedado dividida la muela y los machaca (pulveriza) con un instrumento. Observo después (medio despierto ya) que mi sueño ha sido acompañado de una polución, pero no me es posible situar ésta en un determinado punto del mismo. Lo más probable me parece que tuviera efecto en el momento de extraerme la muela.»
«Continúo luego soñando algo que no me es posible recordar ahora y que termina con que dejo en algún lado (probablemente en el guardarropa del dentista) el sombrero y el traje, confiando en que ya me los enviarán después, y vestido tan sólo con el abrigo, me apresuro para alcanzar todavía un tren que está a punto de salir. En efecto, consigo saltar en el último momento al vagón de cola, donde ya había alguien. Sin embargo, no me es posible penetrar en el coche y tengo que dejarme llevar por el tren, agarrado a la parte exterior, en una violenta postura que por fin logro rectificar, después de varias tentativas. Atravesamos así un gran túnel y al hacerlo nos cruzamos con dos trenes, que pasan a través del nuestro como si éste constituyera el túnel. Luego miro a través de la ventanilla de un vagón como desde el exterior.» 6Para la interpretación de este sueño poseemos los siguientes sucesos y pensamientos del día inmediatamente anterior:
a) Hace, en efecto, algunos días que padezco continuos dolores en la muela de la mandíbula inferior, que es horadada en el sueño, y voy a casa del dentista, el cual está tardando realmente en curarla más tiempo del que yo quisiera. Habiendo acudido a él la mañana anterior al sueño para ver si lograba acabar con los dolores que tanto me molestaban, me propuso extraerme otra muela de la misma quijada, que era probablemente la que me hacía sufrir. Tratábase de una de las del juicio, que se hallaba en vías de romper. Con tal motivo dirigí al dentista una pregunta, remitiéndome a su conciencia médica.
b) Aquella tarde tuve que disculpar mi mal humor ante una señora, atribuyéndolo, como era cierto, a mi dolor de muelas. A esto siguió una conversación, en la que dicha persona me contó que le daba miedo hacerse extraer la raíz de una muela cuya corona tenía destrozada. Creía que la extracción de los colmillos era especialmente difícil y dolorosa, aunque, por otro lado, le había dicho una amiga que tratándose, como era su caso, de un colmillo de la mandíbula superior, resultaba más fácil. Esta misma amiga le había contado también que una vez le habían extraído equivocadamente una muela sana, suceso que aumentó su miedo a la necesaria operación. Luego me preguntó si los colmillos eran los dientes llamados caninos y qué sabía médicamente sobre ellos. Por mi parte, le hablé del carácter supersticioso de todas las opiniones a que antes se había referido, aunque concediéndole que algunas de tales creencias populares encerraban un nódulo de verdad. A propósito de esto me citó la señora un proverbio muy antiguo y generalizado, según ella: Cuando una mujer embarazada tiene dolor de muelas es señal de que parirá un niño..c) Este proverbio me interesó por recordarme la interpretación freudiana de los sueños de estímulo dental como sueños onanistas, dado que relaciona en cierto modo las muelas con los genitales masculinos (un niño), y aquella misma tarde releí las páginas correspondientes de La interpretación de los sueños. A ellas pertenecen las observaciones siguientes, cuya influencia sobre mi sueño resulta tan fácilmente reconocible como la de los dos sucesos antes relatados: «Por último, se me impuso la evidencia de que en los sujetos masculinos era el placer onanista de la pubertad lo que constituía la fuerza provocadora de estos sueños.» «A mi juicio, también las frecuentes modificaciones del sueño típico de estímulo dental -por ejemplo, la de ser una tercera persona la que extrae una muela al sujeto, etc.- se hacen comprensibles mediante la misma explicación.» «Haremos observar aquí la tan frecuente transferencia de abajo arriba (en el sueño presente, también de la mandíbula inferior a la superior) que encontramos puesta al servicio de la represión sexual, y mediante la cual pueden llegar a realizarse en la histeria, localizándose en partes del cuerpo exentas de toda objeción, sensaciones e intenciones que debían desarrollarse en los genitales.» «En nuestro país existe una grosera expresión para designar el acto de la masturbación: «sich einen ausreißen», «sich einen herunterreißen» («arrancarse una»). Esta expresión me era ya conocida en mis tempranos años juveniles como designación del onanismo. Partiendo de este punto, no será difícil para el intérprete onírico experimentado encontrar el acceso al material infantil en que puede hallarse basado mi sueño. Citaré únicamente todavía que la facilidad con que en el mismo se desprende la muela, que después de extraída se convierte en un incisivo de la mandíbula superior, me recuerda una vez que en mi infancia me arranqué yo mismo, fácilmente y sin dolor, un incisivo de la mandíbula superior, ya muy vacilante y próximo a caerse. Esta anécdota, presente aún en mi memoria con todos sus detalles, corresponde a aquella misma temprana época en la que se sitúan mis primeras tentativas conscientes de masturbación (recuerdo encubridor).
La cita que hace Freud de una comunicación de C. G. Jung, según la cual los sueños de estímulo dental soñados por mujeres poseen la significación de sueños de nacimiento, y la creencia popular antes citada sobre el sentido del dolor de muelas de las embarazadas, han motivado en mi sueño la oposición del sentido femenino al masculino (pubertad). Con relación a esto recuerdo un sueño anterior que tuve pocos días después de haberme dado de alta, en otra ocasión, el dentista, y en el que se me desprendían las coronas de oro que me acababa de colocar en varias muelas, accidente que me causaba gran indignación, sin duda por dolerme aún el considerable desembolso realizado.
Este sueño se me hace ahora comprensible, relacionándolo con cierto suceso como alabanza de las ventajas materiales de la masturbación frente al amor objetivo mucho más desventajoso siempre desde el punto de vista económico (coronas de oro; la «corona» es la unidad monetaria austriaca) (N. del T.), y creo que las frases de la citada señora sobre la significación del dolor de muelas en las embarazadas fue lo que volvió a despertar en mí estos pensamientos. Hasta aquí llega la comunicación, suficientemente luminosa y libre, a juicio, de toda objeción, del colega sujeto de este sueño. Añadiremos únicamente por nuestra cuenta una indicación sobre el probable sentido del segundo fragmento onírico aunque pasando por los puentes verbales: Muela (tirar-tren; arrancar-viajar) - Zahn [ziehen-Zug; Zahn-reißen (reisen)]- representa tanto el.paso del soñador desde la masturbación al comercio sexual (túnel a través del cual atraviesan los trenes en distintas direcciones), transición realizada no sin ciertas dificultades, como los peligros del mismo (embarazo, abrigo-preservativo).
Desde el punto de vista teórico, nos parece este caso doblemente interesante. Ante todo, confirma la afirmación freudiana de que la eyaculación sobreviene en el momento de ser extraída la muela en el sueño. La polución tiene que ser considerada siempre como una satisfacción onanista conseguida sin el auxilio de excitaciones mecánicas. Pero, además, en el caso que nos ocupa, la satisfacción lograda por medio de la polución no responde, como de costumbre, a un objeto, siquiera sea sólo imaginativo, sino que carece de él en absoluto, siendo, por tanto, puramente autoerótica, o mostrando, a lo más, un matiz homosexual (dentista).
El segundo punto, que creo interesante hacer resaltar, es el que sigue:
Podría objetarse que es innecesario todo empeño en aplicar a este caso la teoría de Freud, dado que los sucesos del día anterior bastan por sí solos para hacer comprensible el contenido del sueño. La visita al dentista, la conversación con la señora y la lectura de La interpretación de los sueños explican suficientemente que el sujeto, molestado aun durante el reposo por el dolor de muelas, produjese el sueño relatado, incluso, si se quiere, con el fin de adormecer el dolor que perturba su reposo (por medio de la representación de la extracción de la muela dolorida, acompañada de un simultáneo adormecimiento de la temida sensación de dolor por el desarrollo de la libido). Pero no puede defenderse seriamente la hipótesis de que la lectura de las explicaciones de Freud haya podido establecer o siquiera reavivar en el sujeto la relación de la extracción de la muela con el acto de la masturbación, si dicha relación no se hallase constituida de antemano hace ya mucho tiempo, como el mismo sujeto lo confiesa («arrancarse una»). La incredulidad con que el sujeto manifiesta haber recibido las afirmaciones de Freud sobre la significación típica de los sueños de estímulo dental al leerlas por vez primera, incredulidad que despertó en él el deseo de comprobar si tal significación se extendía a todos los sueños de este género, es lo que dio vida, a más de su diálogo con la señora, a tal relación. El sueño le ofrece la confirmación deseada, por lo menos en lo que respecta a su propia persona, y le muestra al mismo tiempo el motivo de su incredulidad, constituyendo de este modo la realización de un deseo: el de convencerse del alcance y solidez de la teoría freudiana.
Al segundo grupo de sueños típicos pertenecen aquellos en los que volamos, flotamos, caemos, nadamos, etc., sueños para los que no puede señalarse un sentido general, pues significan en cada caso algo distinto, pero cuyo material de sensaciones procede siempre de la misma fuente.
De los datos obtenidos en los psicoanálisis hemos de concluir que también estos sueños repiten impresiones de la infancia, refiriéndose a los juegos de movimiento tan atractivos para los niños. Todos hemos jugado a hacer volar a nuestros hijos o sobrinos o hemos fingido dejarlos caer cuando los teníamos en nuestros brazos o cabalgando sobre nuestras rodillas. Los niños gustan mucho de esta clase de juegos y piden, incansables, su repetición, sobre todo cuando va mezclado a ellos una sensación de sobresalto o vértigo.
En años posteriores se procura el sujeto tal repetición en el sueño, pero suprime en él los brazos que de niño le sostenían y flota o cae así libremente.
Conocida es también la predilección de los niños por los juegos de columpiarse y.balancearse, juego cuyo recuerdo es reavivado más tarde por los ejercicios de los artistas de circo. En muchos adolescentes no consiste luego la crisis histérica sino en la reproducción de tales ejercicios, que realizan, por cierto con gran destreza, durante la misma. Estos juegos de movimiento, inocentes en sí, provocan, con frecuencia, sensaciones sexuales. Los sueños en que volamos, caemos, sentimos vértigo, etc., reproducen su agitación, pero transforman en angustia las indicadas sensaciones de placer.
Podemos, pues, rechazar muy fundadamente la teoría que atribuye a nuestras sensaciones epidérmicas durante el reposo y a las emanadas del movimiento respiratorio, etc., la producción de los sueños de volar y caer. Vemos, en efecto, que también tales sensaciones son reproducidas tomándolas de nuestra memoria y forman, por tanto, parte del contenido del sueño, en lugar de constituir fuentes del mismo.
Este material de sensaciones de movimiento homogéneo y procedente de una misma fuente, es utilizado para la representación de las más diversas ideas latentes. Los sueños de volar o flotar -placenteros en su mayoría- reclaman interpretaciones muy distintas, peculiarísimas en algunos sujetos y de naturaleza típica en otros. Una de mis pacientes solía soñar con gran frecuencia que flotaba a una cierta altura por encima de la calle sin tocar el suelo. La sujeto era de muy poca estatura y repugnaba todas aquellas impurezas que el comercio sexual trae consigo. Su sueño realizaba sus dos deseos, separando sus pies del suelo y haciendo sobresalir su cabeza en elevadas regiones. En otros sujetos el sueño de volar constituía la realización del deseo, expresado en una conocida poesía de ser un pájaro y poder volar hacia el amado. Otras, por último, se compensaban convirtiéndose por la noche en ángeles, de que nadie les dirigiera tan amoroso calificativo durante el día. La íntima conexión del vuelo con la imagen del pájaro explica que los sueños de volar soñados por sujetos masculinos, posean casi siempre una significación groseramente sexual. Tampoco nos sorprenderá el oír decir al sujeto alguna vez que se sentía orgullosísimo, durante el sueño, de su nueva facultad.
El doctor Paul Federn (Viena) ha expuesto la atractiva hipótesis de que gran parte de los sueños de volar son sueños de erección, dado que este fenómeno tan singular y que tan de continuo preocupa a la fantasía humana tiene que hacernos la impresión de una excepción de la ley de gravedad. (Compárense los falos alados de la antigüedad.)
Es curioso que Mourly Vold, investigador de gran timidez y contrario a toda interpretación, coincida aquí con nosotros en el sentido erótico asignado a los sueños de volar o flotar, manifestando que el erotismo es su «motivo principal», y alegando, en apoyo de tal aserto, la intensa sensación vibratoria del cuerpo que acompaña a estos sueños y la frecuente conexión de los mismos con erecciones y poluciones.
Los sueños en que caemos muestran muchas veces un carácter angustioso. Cuando el sujeto es femenino no presenta su interpretación la menor dificultad, pues aceptan siempre el sentido simbólico corriente de la caída, o sea la entrega a una tentación erótica. Pero esto no agota las fuentes infantiles del sueño de caída; casi todos los niños han caído alguna vez, siendo levantados y acariciados o hasta acogidos en el lecho de sus guardadores cuando la caída fue por la noche y desde su cama.
Aquellas personas que tienen frecuentemente el sueño de estar nadando y.se abren camino en él por entre las olas, experimentando una sensación agradable, etc., suelen haber tenido de niños la arraigada costumbre de orinarse en la cama, y renuevan en tales sueños un placer al que han aprendido a renunciar hace ya mucho tiempo. En ejemplos subsiguientes veremos a qué representación se prestan fácilmente estos sueños.
Como fundamento de la prohibición de jugar con fuego, suele decirse a los niños que así lo hacen que se orinarán por la noche en la cama. Esta circunstancia justifica nuestra interpretación de los sueños de fuego, que hallamos también basados en la enuresis nocturna de los años infantiles. En mi estudio Fragmento del análisis de una histeria (1905) he expuesto el análisis y la síntesis completas de un sueño de fuego perteneciente al historial clínico de la sujeto y he mostrado cuáles son los sentimientos de la edad adulta para cuya representación es utilizado este material infantil.
Si para incluir a un determinado género de los sueños en la categoría de los «típicos» consideramos suficiente el frecuente retorno del mismo contenido manifiesto en sujetos distintos, podremos citar aún toda una serie de ellos. Así, el de avanzar a través de estrechas callejas, el de ladrones nocturnos, con el que se relacionan las medidas de precaución adoptadas por los nerviosos al acostarse, el de escapar a través de una serie de habitaciones, de huir perseguidos por animales furiosos (toros, caballos) o bien amenazados con cuchillos, puñales o lanzas, etc.
Estos dos últimos sueños son característicos de los individuos que padecen de angustia, y sería muy interesante una investigación especial del material por ellos utilizado. En su lugar expondré aquí dos observaciones; advirtiendo previamente que no se refieren de un modo exclusivo a los sueños típicos.
I
Cuando más nos ocupamos de la interpretación de los sueños, más obligados nos vemos a reconocer que la mayoría de los soñados por sujetos adultos elaboran un material sexual y dan expresión a deseos eróticos. Sólo aquellos investigadores que analizan verdaderamente los sueños, esto es, los que penetran desde el contenido manifiesto hasta el latente, puede formarse un juicio sobre esta cuestión, nunca aquellos otros que se limitan a examinar el contenido manifiesto (por ejemplo, Näcke en sus trabajos sobre los sueños sexuales). Afirmaremos, pues, desde ahora, que este hecho no constituye sorpresa ninguna para nosotros, sino que coincide perfectamente con los fundamentos de nuestra explicación de los sueños. Ningún instinto ha tenido que soportar, desde la infancia, tantas represiones como el instinto sexual en todos sus numerosos componentes, y de ningún otro perduran tantos y tan intensos deseos inconscientes, que actúan luego durante el estado de reposo provocando sueños. En la interpretación onírica no deberá, pues, olvidarse nunca esta importancia de los complejos sexuales, aunque, naturalmente, sin exagerarla hasta la exclusividad.
Una cuidadosa interpretación nos permitirá reconocer muchos sueños como bisexuales, o sea susceptibles de una segunda solución en la que realizan tendencias homosexuales, contrarias a la actividad sexual normal del sujeto. Pero el que todos los sueños hayan de ser interpretados bisexualmente, como pretenden W. Stekel y Alf. Adler, me parece una generalización tan.indemostrable como inverosímil. No puede olvidarse que existen numerosos sueños que satisfacen necesidades distintas de las eróticas. Así, los de hambre, sed, comodidad, etc. También las análogas afirmaciones de que detrás de todo sueño se descubre «la cláusula de la muerte» (Stekel) y que todo sueño muestra una «progresión desde la línea femenina a la masculina» (Adler) me parecen transgredir los límites de lo permitido a la interpretación onírica. La afirmación de que todos los sueños reclaman una interpretación sexual, que tanta oposición ha despertado y en derredor de la cual han surgido tantas polémicas, es ajena a mí y no aparece en ninguna de las seis ediciones publicadas hasta ahora de La interpretación de los sueños, hallándose, en cambio, visiblemente contradicha por varios pasajes de la misma.
Lo que sí hemos afirmado y podríamos confirmar con numerosos ejemplos a más de los ya expuestos, es que los sueños de apariencia singularmente inocente dan cuerpo casi siempre a groseros deseos eróticos. Asimismo muchos sueños de aspecto indiferente en los que a primera vista no observamos nada de particular, quedan referidos, después del análisis, a impulsos optativos indudablemente sexuales y a veces de naturaleza inesperada. Nadie supondría, por ejemplo, antes de la interpretación, que el sueño siguiente encerrase un deseo sexual. «Entre dos magníficos palacios -relata el sujeto- y un poco hacia el fondo, hay una casita cuyas puertas están cerradas. Mi mujer me conduce por el trozo de calle que va hasta la casita y empuja la puerta. Entonces penetro yo rápida y fácilmente en el interior de un estrecho patio en cuesta arriba.»
Toda persona algo experimentada en la traducción de sueños recordará en seguida que el penetrar en espacios estrechos y el abrir puertas son símbolos sexuales muy corrientes, y reconocerá sin esfuerzo este sueño como la representación de una tentativa de coito more ferarum entre dos magníficos palacios (entre las nalgas del cuerpo femenino). El patio en cuesta arriba es, naturalmente, la vagina y el auxilio que en el sueño presta al sujeto su mujer nos fuerza a la interpretación de que en realidad es sólo la consideración que la misma merece lo que le retiene de intentar con ella la realización del coito. Informaciones posteriores nos muestran que el mismo día del sueño había entrado a servir en casa del sujeto una criada joven que le había agradado, dándole, además, la impresión de que no habría de negarse a tal intento. La casita entre los dos palacios es una reminiscencia del Hradshin, de Praga, y alude, al mismo tiempo, a la criada de referencia, natural de dicha ciudad.
II
Cuando hago resaltar ante mis pacientes la frecuencia del sueño de Edipo, en el que realiza el sujeto el coito con su propia madre, suelen contestarme que no recuerdan haber tenido nunca tal sueño, pero inmediatamente surge en ellos el recuerdo de otro, irreconocible e indiferente, que han soñado repetidas veces, y el análisis muestra que se trata de un sueño del mismo contenido; ésto es, de un sueño de Edipo. Podemos afirmar que los sueños de este género que se presentan bajo un disfraz cualquiera son infinitamente más frecuentes que los sinceros, o sea aquellos que muestran directamente al sujeto en comercio sexual con su madre.
Existen sueños de paisajes o localidades en los que aparece, además,.intensamente acentuada, la seguridad de habernos encontrado ya otra vez en aquellos lugares. (Este déjà vu posee una especial significación-1914). El lugar de que en ellos se trata es siempre el órgano genital materno. Realmente, de ningún otro lugar podemos afirmar con tanta seguridad «habernos encontrado ya en él». Una sola vez ha llegado a hacérseme difícil esta interpretación ante el sueño en que un neurótico obsesivo visitaba una vivienda en la que ya había estado dos veces. Pero hube de recordar que algún tiempo antes me había relatado este paciente que una noche que su madre le acogió en su lecho, teniendo él seis años, aprovechó la ocasión para introducir un dedo en los genitales de la durmiente.
Un gran número de sueños, con frecuencia angustiosos, cuyo contenido es el avanzar a través de estrechísimos espacios o hallarnos sumergidos en el agua, aparecen basados en fantasías referentes a la vida intrauterina -la permanencia en el seno materno y el nacimiento-. Reproduciré aquí uno de estos sueños, soñado por un joven, el cual aprovecha en su fantasía la ocasión que le ofrece su situación para espiar un coito de sus padres.
«Se encuentra en un profundo foso, en el que se abre una ventana como en el túnel de Semmering. A través de ella ve al principio un paisaje desierto y compone luego en él un cuadro, que resulta, en el acto, presente. Este cuadro representa una tierra de labor profundamente removida por el arado, y el hermoso ambiente, la idea de trabajo aplicado y los terrenos negroazules, le producen una impresión de serena belleza. Después ve abierto ante él una Pedagogía… y se asombra de que se conceda en ella tanta atención a los sentimientos sexuales (del niño), cosa que le hace pensar en mí.» He aquí un bello sueño de agua, soñado par una paciente mía y que fue objeto de un particular aprovechamiento en la cura:
«Se encuentra en su residencia veraniega, junto al lago de…, y se arroja al agua oscura allí donde la pálida luna se refleja en ella.»
Los sueños de este género son sueños de nacimiento y llegamos a su interpretación invirtiendo el hecho comunicado en el contenido manifiesto, o sea en lugar de arrojarse al agua, salir del agua; esto es, ser parido. El lugar del que se nace queda reconocido en cuanto pensamos en el caprichoso sentido que en francés se da a la lune. La pálida luna es el blanco trasero del que el niño supone haber salido. ¿Mas, qué puede significar el que la paciente desee «nacer» en su residencia veraniega? Interrogada, me responde sin vacilar: «¿Acaso el tratamiento no me ha dejado como si hubiera nacido de nuevo?» De este modo se convierte el sueño en una invitación a continuar el tratamiento en su residencia estival, o sea a visitarla allí. Por último, contiene, quizá, también, una tímida indicación de su deseo de ser madre.
De un trabajo de E. Jones tomamos el siguiente sueño de nacimiento y su interpretación: «La sujeto se hallaba a la orilla del mar vigilando a un niño -al parecer, su hijo- que andaba por el agua. Poco a poco va el niño entrando mar adentro y metiéndose más en el agua, hasta no dejar fuera sino la cabeza, que la sujeto ve moverse de arriba abajo sobre la superficie. Luego se transforma la escena en el hall, lleno de gente, de un hotel. Su marido la abandona y ella entra en conversación con un desconocido.»
La segunda mitad del sueño se reveló sin dificultad, en el análisis, como la representación de los hechos de abandonar a su marido y entrar en relaciones íntimas con una tercera persona. La primera constituía una clara fantasía del.nacimiento. Tanto en los sueños como en la mitología queda representada la salida del niño del líquido amniótico por un acto contrario, o sea por su inmersión en el agua. Conocidos ejemplos de esta representación son, entre otros muchos, los nacimientos de Adonis, Osiris, Moisés y Baco. La emersión e inmersión de la cabeza del niño, en el sueño, recuerdan inmediatamente a la sujeto la sensación de los movimientos del feto, experimentada durante su único embarazo. La imagen del niño metiéndose en el mar despierta en ella una ensoñación en la que, después de sacarle del agua, le lleva a una habitación, le lava, le viste y le conduce luego a su casa.
La segunda mitad del sueño representa, como ya indicamos, pensamientos referentes a la fuga del hogar conyugal, la cual se halla relacionada con la primera mitad de las ideas latentes. La primera mitad corresponde al contenido latente de la segunda, o sea a la fantasía del nacimiento. Además de la inversión antes mencionada, tienen efecto otras varias en cada una de las dos mitades del sueño. En la primera entra el niño en el agua y después mueve la cabeza; en las ideas latentes correlativas surgen primero tales movimientos y después abandona el niño el agua (una doble inversión). En la segunda, la abandona su marido; en las ideas latentes le abandona ella.
Abraham relata otro sueño de nacimiento, soñado por una señora joven, próxima a su primer alumbramiento. De un cierto lugar del piso de su cuarto parte un canal que va directamente al agua (agua del nacimiento, líquido amniótico). La sujeto abre una trampa que hay en el suelo y ve surgir una figura vestida con una piel oscura y semejante a una foca. Al quitarse la piel, resulta ser el hermano menor de la sujeto, para con el cual ha desempeñado ésta el papel de madre.
En toda una serie de casos ha demostrado Rank que los sueños de nacimiento se sirven de igual simbolismo que los de estímulo vesical. El estímulo erótico es representado en ellos como vesical y la estratificación de sus significados corresponde a una serie de cambios de sentido, por los que el símbolo ha pasado desde la época infantil.
Podemos retornar aquí el tema del papel que los estímulos orgánicos perturbadores del reposo desempeñan en la formación de los sueños, tema que antes dejamos interrumpido. Los sueños constituidos bajo tales influencias no se limitan a mostrarnos claramente la tendencia a la realización de deseos y el carácter de sueños de comodidad, sino que presentan muchas veces un simbolismo por completo transparente, pues no es nada raro que nos haga despertar un estímulo cuya satisfacción simbólicamente disfrazada ha sido ya intentada inútilmente. Esto es aplicable a los sueños de polución y a los provocados por la necesidad de evacuar la vejiga o el intestino. El singular carácter de los sueños de polución nos permite desenmascarar directamente determinados símbolos sexuales reconocidos ya como típicos, pero aún muy discutidos, sin embargo, y nos convence, además, de que algunas situaciones oníricas, aparentemente inocentes, no son sino el preludio simbólico de una escena groseramente sexual, la cual no llega, sin embargo, casi nunca a una representación directa sino en los sueños de polución, relativamente raros, transformándose, en cambio, con frecuencia, en un sueño de angustia que conduce igualmente a la interrupción del reposo.
El simbolismo de los sueños de estímulo vesical es especialmente transparente y ha sido adivinado desde muy antiguo. Hipócrates suponía ya que.los sueños en que el sujeto veía surtidores y fuentes indicaban algún trastorno de la vejiga (H. Ellis). Scherner estudió también la diversidad del simbolismo del estímulo vesical y afirmó ya que «el intenso estímulo vesical queda siempre transformado en excitación de la esfera sexual y en formaciones simbólicas correspondientes… El sueño de estímulo urinario es también, con frecuencia, el representante del sueño sexual».
O. Rank, cuyas observaciones en su trabajo sobre «la estratificación de símbolos en el sueño provocado por un estímulo que acaba interrumpiendo el reposo» hemos seguido aquí, ha hecho muy verosímil la atribución de una gran cantidad de sueños de estímulo vesical a un estímulo sexual que intenta satisfacer primero por el camino de la regresión a la forma infantil del erotismo uretral. Especialmente instructivos son aquellos casos en los que el estímulo urinario así constituido conduce a la interrupción del reposo y a la evacuación de la vejiga, no obstante lo cual continúa luego el sueño, exteriorizando ya entonces su necesidad en imágenes eróticas no encubiertas.
De un modo totalmente análogo encubren los sueños de estímulo intestinal el simbolismo correspondiente y confirman simultáneamente la conexión de los conceptos oro y excrementos, de la cual testimonian también numerosos datos de la psicología de los pueblos. «Así, una mujer que se halla sometida a tratamiento médico a causa de una perturbación intestinal, sueña con un avaro que entierra su tesoro cerca de una chocita de madera semejante a aquellas en que es situado el retrete en las casas aldeanas. Un segundo fragmento de este sueño muestra a la sujeto limpiándole el trasero a su hija, una niña pequeña que se ha ensuciado.»
A los sueños de nacimiento se agregan sueños de salvamento. Salvar a alguien, sobre todo extrayéndolo del agua, es equivalente a parir, cuando es una mujer quien lo sueña, y modifica este sentido cuando es un hombre. (Nota de 1911: Véase un sueño de este género en el trabajo de Pfister: Ein Fall von psychoanalytischer Seelensorge und Seelenheilung. Evangelische Freiheit, 1909.) Sobre el símbolo de «salvar», véase mi conferencia «El porvenir de la terapia psicoanalítica» (Zentralblatt f. Psychoanalyse, número 1, 1910) y el ensayo titulado «Aportaciones a la psicología de la vida erótica. I. Sobre un tipo especial de la elección de objeto en el hombre» (Jahrbuch, f. Ps., tomo I, año 1910),
Los ladrones, los asaltantes nocturnos y los fantasmas de los que se siente miedo antes de acostarse y con los que luego se sueña a veces, proceden de una misma reminiscencia infantil. Son los visitantes nocturnos que han despertado al niño para ponerle en el orinal y evitar que mojase la cama o han levantado cuidadosamente las sábanas para observar la posición de sus manos durante el reposo. En el análisis de algunos de estos sueños de angustia he logrado que el sujeto reconociese la persona del visitante. El ladrón era, casi siempre, representación del padre, y los fantasmas correspondían más bien a personas femeninas vestidas con el largo camisón de dormir.
f) Algunos ejemplos. El cálculo y el discurso oral en el sueño.
Antes de situar el cuarto de los factores que rigen la formación de los sueños en el lugar que le corresponde, quiero comunicar algunos de los ejemplos por mí reunidos que esclarezcan la acción conjunta de los otros tres factores hasta el momento examinados, aporten pruebas de afirmaciones anteriormente consignadas y permitan deducir conclusiones incontrovertibles. En la exposición de la elaboración onírica que venimos desarrollando, nos ha sido muy difícil demostrar por medio de paradigmas la exactitud de nuestras deducciones. Los ejemplos correspondientes a cada uno de los principios establecidos, sólo dentro de la totalidad de un análisis onírico conservan toda su fuerza probatoria. Separados de su contexto, pierden casi por completo su atractivo. Pero una interpretación total -aunque no sea muy profunda- adquiere en seguida amplitud más que suficiente para hacer perder al lector el hilo de la cuestión a cuyo esclarecimiento se la destinaba. Este motivo técnico explica y disculpa que acumulemos ahora una gran cantidad de casos y ejemplos, cuyo único lazo de unión es su general relación con el texto del apartado precedente.
Comenzaremos con algunos ejemplos de formas de representación extrañas o poco corrientes. Una señora sueña lo que sigue: «La criada esta subida en una escalera, como para limpiar los cristales de la ventana, y tiene a su lado un chimpancé y un gato de Gorila (luego rectifica: de Angora). Al acercarse la sujeto, coge la criada aquellos animales y se los arroja. El chimpancé se abraza a ella, haciéndole experimentar una gran sensación de repugnancia.» Este sueño alcanza su objeto por un medio extraordinariamente sencillo; esto es, tomando en sentido literal, y representándola conforme al mismo, una corriente expresión figurada. La palabra «mono» es, en efecto, a más de un nombre zoológico, un insulto usual, y la escena del sueño no significa otra cosa que ir arrojando insultos a diestro y siniestro. En mi colección de sueños existen, como veremos, otros muchos ejemplos del empleo de este sencillo artificio por la elaboración onírica.
Muy análogamente procede este otro sueño: «Una mujer con un niño de cráneo singularmente mal conformado. La sujeto ha oído que este defecto obedece a la posición que el niño ocupó en el seno materno. El médico dice que por medio de una compresión podía corregirse la deformidad, aunque corriendo el peligro de dañar el cerebro del niño. La sujeto piensa que tratándose de un chico tiene menos importancia tal defecto.» Este sueño contiene la representación plástica del concepto abstracto impresiones infantiles, oído por la sujeto en las explicaciones relativas a su tratamiento.
En el ejemplo siguiente adopta la elaboración onírica un camino algo distinto. El sueño contiene el recuerdo de una excursión al lago de Hilmteich, cerca de Graz: «Fuera hace un tiempo horrible. El hotel es malísimo; las paredes chorrean agua y las camas están húmedas.» (La última parte del contenido aparece en el sueño menos directamente de lo que aquí la exponemos.) El significado de este sueño es superfluo (überflüssig). La elaboración onírica hace tomar forzadamente un sentido equívoco a este concepto abstracto, contenido en las ideas latentes, sustituyéndolo por rebosante (überfliessend) o descomponiéndolo en über-flüssig (super-líquido o más liquido) y lo representa luego por medio de una acumulación de impresiones análogas: agua fuera (un tiempo horrible); agua chorreando en las paredes y agua (humedad) en las camas; todo líquido y más que líquido (flüssig und über-flüssig). No podemos extrañar que la representación onírica relegue a la ortografía a segundo término, ateniéndose en el primero a la similicadencia para el cumplimiento de sus fines, pues la rima nos da ya un ejemplo de tales libertades. En un extenso sueño de una muchacha, muy penetrantemente analizado por Rank, va la sujeto paseando por entre los sembrados y corta bellas espigas de cebada y de trigo. Luego ve venir a un joven amigo suyo y procura evitar encontrarse con él. El análisis muestra que se trata de un «beso inocente». (Ein Kuß in Ehren = un beso inocente; ein Kuß in Ähren = un beso entre las espigas.) Las espigas, que no deben ser arrancadas, sino cortadas, sirven en este sueño, y tanto por sí mismas como por su condensación con honor (Ehre) y honras (Ehrungen) para la representación de toda una serie de otros pensamientos.
Hay, en cambio, otros casos en los que el sueño ve extraordinariamente facilitada la representación de sus ideas latentes por el idioma, el cual pone a disposición toda una serie de palabras usadas primitivamente en sentido concreto y ahora en sentido abstracto. El sueño no tiene entonces más que devolver a estas palabras su anterior significado o avanzar un poco más en su transformación de sentido. Ejemplos: un individuo sueña que su hermano se halla encerrado en un baúl. En la interpretación queda sustituido el baúl por un armario (Schrank) y la idea latente correlativa revela ser la de que su hermano debiera restringir sus gastos (sich einschränken); literalmente, «estrecharse, meterse dentro de un armario». Otro sujeto sube en su sueño a una montaña, desde la cual descubre un panorama extraordinariamente amplio. El análisis nos muestra que el sujeto se identifica de este modo con un hermano suyo, editor de una revista (Rundschau) que se ocupa de nuestras relaciones con los países del Lejano Oriente, o sea con el hombre que pasa revista al espacio que le rodea (Rundschauer).
En la novela de G. Keller, `Der Grüne Heinrich', se relata un sueño: `un brioso caballo iba y venía por una hermosa pradera de avena, cada grano de la cual estaba formado por almendra, uva y una moneda nueva de un penique… todo envuelto en seda roja y atado con un trozo de cerda'. El autor (o soñante) nos da una inmediata interpretación de este cuadro onírico; el caballo sintiendo una agradable cosquilla gritaba: `Der Hafer sticht mich' (`me pica la avena', giro que significa: `estoy loco de alegría'.
Las primitivas sagas nórdicas hacen, según Henzen, abundantísimo empleo de estos sueños de frase hecha o juego de palabras, hasta el punto de no encontrarse en ellas casi ninguno que no contenga un equívoco o un chiste.
La reunión de tales formas de representación y su ordenamiento conforme a los principios en que se basan constituiría una labor especial. Muchas de estas representaciones podrían ser calificadas de chistosas, y experimentamos la impresión de que no hubiésemos logrado nunca solucionarlas si el sujeto mismo no nos las hubiese explicado.
1. Un individuo sueña que le preguntan un nombre del que le resulta imposible acordarse, por más esfuerzos que hace. El sujeto mismo nos da la interpretación siguiente: Esto no puede ocurrirseme ni en sueños (1911).
He mencionado `cuidado de la representabilidad' como uno de los factores que influencian la formación de sueños. En el proceso de transformar un pensamiento en una imagen visual se evidencia una facultad especial del soñante y un analista raramente se iguala en seguirlo con su adivinación. Por lo que será de real satisfacción si la percepción intuitiva del soñante -creador de estas representaciones- es capaz de explicar su significado. (Nota que precedía a los sueños 2, 3 y 4 en el trabajo de 1911: `Nachträge zur Traumdeutung', que ha sido incorporado a `La interpretación de los sueños'. Nota del E.)
2. Una paciente relata un sueño cuyos personajes eran todos de proporciones gigantescas. Esto quiere decir -añade- que se trata de un suceso de mi temprana infancia, pues claro es que entonces tenían que parecerme grandísimas las personas adultas que me rodeaban. La propia persona de la sujeto no aparecía en el contenido manifiesto de este sueño.
El retorno a la infancia es expresado también, en otros casos, por la conversión del tiempo en espacio, y las personas y escenas de que se trate se nos muestran entonces situadas a gran distancia de nosotros, al final de un largo camino o como si las contemplásemos a través de unos gemelos vueltos al revés (1911).
3. Un individuo que gusta de expresarse en formas abstractas e indeterminadas, hallándose, por lo demás, dotado de un vivo ingenio, sueña, dentro de un más amplio contexto, que se encuentra en una estación y ve llegar un tren. Pero luego presencia cómo el andén es acercado al tren, el cual permanece inmóvil, absurda inversión de la realidad. Este detalle es un indicio de que en el contenido latente hay también algo invertido. El análisis nos conduce, en efecto, al recuerdo de un libro de estampas, en una de las cuales se veían varios hombres andando cabeza abajo sobre las manos (1911).
4. Este mismo sujeto nos relata, en otra ocasión, un breve sueño, cuya técnica recuerda la de los jeroglíficos. «Va en automóvil con su tío, el cual le da un beso.» La interpretación, que no hubiéramos hallado nunca si el sujeto no nos la hubiese proporcionado inmediatamente después de su relato, es «autoerotismo». En la vida despierta hubiéramos podido dar idéntica forma a un chiste elaborado con los mismos materiales (1911).
5. El sujeto hace salir de detrás de una cama a una señora. Interpretación: Le da la preferencia (juego de palabras: hervorziehen = hacer salir; Vorzug = preferencia) (1914).
6. El sujeto se ve vestido con uniforme de oficial y sentado a una mesa enfrente del kaiser: se sitúa en contraposición a su padre (1914).
7. El sujeto somete a tratamiento médico a una persona que padece una fractura (Knochenbruch = rotura de un hueso). El análisis revela esta fractura como representación de un adulterio (Ehebruch = rotura del matrimonio) (1914).
8. Las horas representan, con frecuencia, en los sueños, épocas de la vida infantil del sujeto. Así, en uno de los casos por mí observados, las seis menos cuarto de la mañana representaban la edad de cinco años y tres meses, en la que tuvo efecto, la vida del sujeto, el importante suceso del nacimiento de un hermanito (1914).
9. Otra representación de fechas de la vida del sujeto: Una mujer se ve en compañía de dos niñas, cuyas edades se diferencian en un año y tres meses. La sujeto no recuerda familia ninguna conocida en la que se dé tal circunstancia, pero luego interpreta por sí misma la escena onírica diciendo que las dos niñas son representaciones de su propia persona, y que la diferencia de edad entre ellas existente corresponde al intervalo que separó los dos importantes sucesos traumáticos de su infancia (uno cuando tenía tres años y medio y otro al cumplir cuatro años y nueve meses) (1914).
10. No es de extrañar que las personas sometidas a tratamiento psicoanalítico sueñen frecuentemente con las circunstancias del mismo y expresen en sus sueños las ideas y esperanzas que en ellos despierta. La imagen elegida para representar la cura es, generalmente, la de un viaje, casi siempre en automóvil; esto es, en un vehículo complicado y nuevo. La velocidad del automóvil, contrastando con la lentitud del tratamiento psicoanalítico, proporciona a las burlas del sujeto un amplio campo en el que explayarse. Cuando lo inconsciente tiene que hallar representación en el sueño, a título de elemento de las ideas de la vigilia, encuentra una apropiada sustitución en lugares subterráneos, los cuales representan, en otros casos exentos de toda relación con la cura psicoanalítica, los genitales femeninos o el seno materno. «Abajo» constituye muchas veces en el sueño una referencia a los genitales, y «arriba», en contraposición, al rostro, la boca o el pecho. La elaboración onírica simboliza generalmente con animales salvajes los instintos apasionados -del soñador o de otras personas- que infunden temor al sujeto, o sea, con un mínimo desplazamiento, las personas mismas a que dichos instintos corresponden. De aquí a la representación del temido padre por animales feroces, perros o caballos salvajes -representación que nos recuerda el totemismo- no hay más que un paso. Pudiera decirse que los animales salvajes sirven para representar la libido, temida por el yo y combatida por la represión. La neurosis misma, o sea la «persona enferma», es separada con frecuencia de la persona total del sujeto y representada como figura independiente en el sueño (1919).
11. (H. Sachs.) Por La interpretación de los sueños sabemos que la elaboración onírica conoce varios caminos para representar sensiblemente una palabra o un giro verbal. Así, puede aprovechar la circunstancia de ser equívoca la expresión que ha de representar y utilizar el doble sentido para acoger en el contenido manifiesto del sueño el segundo significado en lugar del primero, entrañado en las ideas latentes.
Ejemplo de ello es el breve sueño siguiente, en el que se aprovechan con gran habilidad, como material de representación, las impresiones diurnas recientes apropiadas para tal empleo.
Durante el día inmediatamente anterior al sueño me había sentido resfriado y había decidido acostarme y no abandonar el lecho para nada en toda la noche. Antes de acostarme estuve recortando y pegando en un cuaderno varios artículos de periódico con cuidado de colocar cada uno en el lugar que le correspondía. El sueño me hace continuar esta ocupación en la forma siguiente:
«Me esfuerzo en pegar un recorte en el cuaderno, pero no cabe en la página (er geht aber nicht auf die Seite), lo cual me causa gran dolor.»
En este momento despierto y compruebo que el dolor experimentado en el sueño perdura como dolor físico real, que me obliga a faltar a mi propósito de permanecer en el lecho. El sueño, cumpliendo su misión de «guardián del reposo», me había fingido la realización de dicho deseo con la representación de la frase er geth aber nicht auf die Seite (frase de doble sentido: «pero no cabe en la página» y «pero no tiene que levantarse») (1914).
Puede decirse que la elaboración onírica se sirve, para la representación de las ideas latentes, de todos los medios que encuentra a su alcance, aparezcan o no lícitos a la crítica del pensamiento despierto, exponiéndose, de este modo, a las burlas y a la incredulidad de todos aquellos que sólo de oídas conocen la interpretación de los sueños, sin haberla ejercido nunca. La obra de Stekel titulada El lenguaje de los sueños contiene gran número de ejemplos de este género, pero evito tomar de ella documento ninguno, porque la falta de crítica y la arbitrariedad técnica del autor habrían de hacer dudar aun a los lectores más libres de prejuicios (1919).
12. De un trabajo de V. Tausk, «Los vestidos y los colores al servicio de la representación onírica» (Int. Zeitschr., f. Ps., A. II, 1914), tomo los siguientes ejemplos:
a) A. sueña ver a su antigua ama de llaves vestida con un vistoso traje negro (Lüsterkleid) muy ceñido por detrás. Interpretación: Acusa de concupiscente (lüstern) a la mujer de referencia.
b) C. sueña ver, en la carretera de X, a una muchacha rodeada de un blanco halo de luz y vestida con una blusa blanca.
El soñador había visto su primera escena de amor en dicha carretera y con una muchacha llamada Blanca.
c) La señora de D. sueña ver al anciano Blasel (un conocido actor vienés octogenario) vistiendo armadura completa y tendido en un diván. Luego se levanta, salta por encima de mesas y sillas, se mira al espejo y esgrime su espada como luchando con un enemigo imaginario.
Interpretación: La sujeto padece una antigua enfermedad de la vejiga. Durante el análisis permanece tendida en un diván, y cuando se mira al espejo encuentra que, no obstante sus años y su enfermedad, está aún muy fuerte. (Der alte Blasel = el anciano Blasel; ein altes Blasenleiden = una antigua enfermedad de la vejiga; Rüstung = armadura; rüstig = fuerte.)
13. El sujeto sueña que es una mujer próxima a dar a luz y se ve tendido en la cama. Su estado se le hace muy penoso y exclama: «Preferiría…» (en el análisis, y después de recordar a una persona que le asistió durante una enfermedad, agrega: «partir piedras»). A la cabecera de la cama cuelga un mapa cuyo borde inferior es mantenido tenso por un listón de madera (Holzleiste). El soñador coge este listón (Leiste) por sus dos extremos y lo arranca de golpe. Pero en vez de quebrarse por su parte media, como era de esperar, dada la manera de arrancarlo, queda el listón dividido longitudinalmente en dos. Con este acto de violencia alivia el sujeto su estado y facilita el parto.
Sin que yo intervenga para nada, interpreta el soñador por sí mismo el arrancamiento del listón (Leiste) como un acto (Leistung) decisivo por medio del cual acaba con su desagradable situación (en la cura) y se liberta de su disposición femenina… (Strachey ha señalado un trozo omitido por Freud después de la primera publicación de este sueño: `No se puede hacer ninguna objeción a la propia interpretación del paciente, pero no lo describiría como simplemente «funcional» por sus pensamientos oníricos relacionados con su actitud en el tratamiento. Pensamientos de esta clase sirven de «material» para la construcción de sueños como ninguna otra cosa. Es difícil de ver porqué los pensamientos de una persona en análisis no se relacionan con su conducta durante el tratamiento. En el sentido de Silberer la distinción entre fenómeno «material» y «funcional», es de importancia solamente cuando -como en las bien conocidas autobservaciones de Silberer al quedarse dormido- hay una alternativa entre la atención del sujeto dirigida sea a una parte del contenido del pensamiento presente, o sea, a su propio y actual estado físico y no cuando el estado en sí constituya el contenido de sus pensamientos.' [Adición del E.]) La absurda rotura del listón en sentido longitudinal queda explicada por el sujeto mediante el recuerdo de que la duplicación de un objeto y su destrucción son un símbolo de la castración. Esta es representada con gran frecuencia en el sueño por medio de la presencia de dos símbolos del pene, o sea, por una tenaz antítesis optativa. La ingle (Leiste) es una región del cuerpo próxima a los genitales. Concretando su interpretación, dice luego el sujeto que el significado de su sueño es el de que vence la amenaza de castración que ha provocado su disposición femenina.
14. En un análisis que hube de llevar a cabo en francés se presentó la labor de interpretar un sueño en el que el sujeto me vio convertido en elefante. Naturalmente, le pregunté cómo había llegado a representarme bajo tal forma. La respuesta fue: Vous me trompez (Usted me engaña). (Tromper = engañar; trompe = trompa) (1919).
La elaboración onírica consigue representar frecuentemente un muy árido material -por ejemplo: nombres propios-, utilizando de un modo harto forzado relaciones muy lejanas. En uno de mis sueños me ha encomendado el viejo Brücke un trabajo. Compongo un preparado y extraigo de él algo que parece un trozo de papel de plata todo arrugado. (De este sueño nos ocupamos más adelante con mayor detalle.) Después de buscar mucho, asocio la palabra Staniol (hoja de estaño) y veo que me refiero a Stannius, autor de una obra muy estimable sobre el sistema nervioso de los peces. El primer trabajo científico que mi maestro me encomendó se refería, realmente, al sistema nervioso de un pez, al ammocoetes, nombre imposible de representar plásticamente.
No quiero dejar de incluir aquí un sueño de singular contenido, muy notable también como sueño infantil y fácilmente solucionado en el análisis. Una señora nos hace el siguiente relato: «Recuerdo que siendo niña soñé repetidas veces que Dios usaba un puntiagudo gorro de papel. Por aquella época infantil me solían poner, durante las comidas, un gorro semejante, que me tapaba la vista por los lados, para quitarme la costumbre de mirar lo que les servían a mis hermanos y protestar en caso de desigualdad. Como me habían dicho que Dios lo sabía y lo veía todo, mi sueño no podía significar sino que también yo me enteraba de todo, a pesar del gorro con que trataban de impedírmelo.»
El examen de los números y los cálculos que aparecen en nuestros sueños nos muestran muy instructivamente el mecanismo de la elaboración onírica y cómo maneja ésta el material con que labora, o sea las ideas latentes. Los números soñados son considerados además por la superstición vulgar como especialmente significativos y prometedores. Elegiré, pues, algunos ejemplos de este género entre los de mi colección:
I
Sueño de una señora poco tiempo antes de la terminación de su tratamiento:
«Quiere pagar algo. Su hija le coge del bolsillo 3 florines 65 céntimos. Pero ella le dice: `¿Qué haces? No cuesta más de veintiún céntimos'.» Mi conocimiento de las circunstancias particulares de la sujeto me dio la explicación de este sueño sin necesidad de más amplio esclarecimiento. Se trataba de una señora extranjera, que tenía a una hija suya en un establecimiento pedagógico en Viena y podía continuar acudiendo a mi consulta mientras su hija permaneciese en él. El curso y, por tanto, el tratamiento terminaba dentro de tres semanas. El día del sueño le había indicado la directora del establecimiento la conveniencia de dejar en él a su hija un año más. Esta indicación había despertado en la sujeto la idea de que siendo así podría ella prolongar a su vez por un año el tratamiento. A esto se refiere, indudablemente, el sueño, pues un año es igual a 365 días, mientras que las tres semanas que faltan para el final del curso y el del tratamiento pueden sustituirse por 21 días (aunque no por otras tantas horas de tratamiento). Las cifras que en las ideas latentes se referían a espacios de tiempo quedan referidas, en el contenido manifiesto, a cantidades de dinero, no sin quedar expresado simultáneamente un sentido más profundo, pues time is money, el tiempo vale dinero, 365 céntimos son 3 florines 65 céntimos. La pequeñez de las cantidades incluidas en el sueño constituye una abierta realización de deseos. El deseo ha disminuido el coste de su tratamiento y el de los estudios de su hija.