Casida de los ramos

Por las arboledas del Tamarit

han venido los perros de plomo

a esperar que se caigan los ramos,

a esperar que se quiebren ellos solos.

El Tamarit tiene un manzano

con una manzana de sollozos.

Un ruiseñor apaga los suspiros

y un faisán los ahuyenta por el polvo.

Pero los ramos son alegres,

los ramos son como nosotros.

No piensan en la lluvia y se han dormido,

como si fueran árboles, de pronto.

Sentados con el agua en las rodillas

dos valles esperaban al otoño.

La penumbra con paso de elefante

empujaba las ramas y los troncos.

Por las arboledas de Tamarit

hay muchos niños de velado rostro

a esperar que se caigan mis ramos,

a esperar que se quiebren ellos solos.

Share on Twitter Share on Facebook