Aparte

La sangre de la noche

va por las arterias

de los surtidores.

¡Oh qué maravilla

de temblor!

Yo pienso

en ventanas abiertas,

sin pianos

y sin doncellas.

¡Hace un instante!

Todavía la polvareda

se mece en el azul.

Hace un momento.

¡Dos mil siglos!

Si mal no recuerdo.

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