A Carmela, la peruana

Una luz de jacinto me ilumina la mano

al escribir tu nombre de tinta y cabellera

y en la neutra ceniza de mi verso quisiera

silbo de luz y arcilla de caliente verano.

Un Apolo de hueso borra el cauce inhumano

donde mi sangre teje juncos de primavera,

aire débil de alumbre y aguja de quimera

pone loco de espigas el silencio del grano.

En este duelo a muerte por la virgen poesía,

duelo de rosa y verso, de número y locura,

tu regalo semeja sol y vieja alegría.

¡Oh pequeña morena de delgada cintura!

¡Oh Perú de metal y de melancolía!

¡Oh España, o luna muerta sobre la piedra dura!