Y yo te daba besos
sin darme cuenta
de que no te decía:
¡Oh labios de cereza!
¡Qué gran romántica
eras!
Bebías vinagre a escondidas
de la abuela.
Te pusiste como una
celinda de primavera.
Y yo estaba enamorado
de otra. ¿No ves qué pena?
De otra que estaba escribiendo
un nombre sobre la arena.
***FIN***