EL SEPULTURERO

Una vez, mientras yo estaba enterrando a uno de mis egos, se acercó a mí el sepulturero, para decirme:

-De todos los que vienen aquí a enterrar a sus egos muertos, sólo tú me eres simpático.

-Me halagas mucho -le repliqué-; pero, ¿por qué te inspiro tanta simpatía?

-Porque todos llegan aquí llorando -me contestó el sepulturero -, y se van llorando; sólo tú llegas riendo, y te marchas riendo, cada vez.

Share on Twitter Share on Facebook