XI

A otros les brotan las coplas

Como agua de manantial;

Pues á mí me pasa igual:

Aunque las mías nada valen,

De la boca se me salen

Como ovejas de corral.

Que en puertiando la primera,

Ya la siguen las demás,

Y en montones las de atrás

Contra los palos se estrellan,

Y saltan y se atropellan

Sin que se corten jamás.

Y aun que yo por mi inorancia

Con gran trabajo me esplico,

Cuando llego a abrir el pico

Ténganlo por cosa cierta,

Sale un verso y en la puerta

Ya asoma el otro el hocico.

Y emprésteme su atención;

Me oirá relatar las penas

De que traigo la alma llena—

Porque en toda circustancia,

Paga el gaucho su inorancia

Con la sangre de sus venas.

Despues de aquella desgracia

Me refugié en los pajales,

Andube entre los cardales

Como vicho sin guarida—

Pero, amigo, es esa vida

Como vida de animales.

Y son tantas las miserias

En que me he sabido ver,

Que con tanto padecer

Y sufrir tanta aflición

Malicio que he de tener

Un callo en el corazón.

Ansi andaba como guacho

Cuando pasa el temporal—

Supe una vez por mi mal

De una milonga que había,

Y ya pa la pulpería

Enderezé mi bagual.

Era la casa del baile

Un rancho de mala muerte,

Y se enllenó de tal suerte

Que andábamos á empujones—

Nunca faltan encontrones

Cuando un pobre se divierte.

Yo tenía unas medias botas

Con tamaños verdugones—

Me pusieron los talones

Con crestas como los gallos:

Si viera mis afliciones

Pensando yo que eran callos.

Con gato y con fandanguilio

Había empezado el changango,

Y para ver el fandango

Me colé haciendomé bola—

Más, metió el diablo la cola,

Y todo se volvió pango.

Había sido el guitarrero

Un gaucho duro de boca—

Yo tengo paciencia poca

Pa aguantar cuando no debo,

A ninguno me le atrevo,

Pero me halla el que me toca.

A bailar un pericón

Con una moza salí,

Y cuanto me vido allí

Sin duda me conoció—

Y estas coplitas cantó

Como por rairse de mí:

«Las mujeres son todas

«Como las mulas—

«Yo no digo que todas

«Pero hay algunas

«Que á las aves que vuelan

«Les sacan plumas.»

«Hay gauchos que presumen

«De tener damas—

«No digo que presumen,

«Pero se alaban

«Y á lo mejor los dejan

«Tocando tablas.»

Se secretiaron las hembras—

Y yo ya me encocoré—

Volié la anca y le grité

«Dejá de cantar.... chicharra»

Y de un tajo á la guitarra

Tuitas las cuerdas corté.

Al punto salió de adentro

Un gringo con un jusil—

Pero nunca he sido vil,

Poco el peligro me espanta—

Yo me refalé la manta

Y la eché sobre candil.

Gané en seguida la puerta

Gritando: ­«Naides me ataje»

Y alborotado el hembraje,

Lo que todo quedo escuro,

Empezó á verse en apuro

Mesturao con el gauchage.

El primero que salió

Fué el cantor y se me vino—

Pero yo no pierdo el tino

Anque haiga tomao un trago—

Y hay algunos por mi pago

Que me tienen por ladino.

No ha de haber achocao otro—

Le salió cara la broma;

A su amigo cuando toma

Se le despeja el sentido,

Y el pobrecito había sido

Como carne de paloma.

Para prestar un socorro

Las mujeres no son lerdas—

Antes que la sangre pierda

Lo arrimaron á unas pipas—

Ay lo dejé con las tripas

Como pa que hiciera cuerdas.

Monté y me largué á los campos

Mmás libre que el pensamiento,

Como las nubes al viento

A vivir sin paradero,

Que no tiene el que es matrero

Nido, ni rancho, ni asiento.

No hay Fuerza contra el destino

Que le ha señalao el cielo—

Y aunque no tenga consuelo

Aguante el que está en trabajo!

¡Naides se rasca pa abajo!

¡Ni se lonjea contra el pelo!

Con el gaucho desgraciao

No hay uno que no se entone—

La menor falta lo espone

A andar con los avestruces!

Faltan otros con mas luces

Y siempre hay quien los perdone.