Así me expreso, porque siempre he tenido la creencia de que los coleos no son más que egipcios, pensamiento que concebí antes que a ninguno lo oyera. Para salir de dudas y satisfacer mi curiosidad, tomé informes de entrambas naciones, y vine a descubrir que los coleos conservaban más viva la memoria de los egipcios que no éstos de aquellos, si bien los egipcios no negaban que los coleos fuesen un cuerpo separado antiguamente de la armada de Sesostris. Dio motivo a mis sospechas acerca del origen de los coleos, el verlos negros de color y crespos de cabellos; pero no fiándome mucho en esta conjetura, puesto que otros pueblos hay además de los egipcios negros y crespos, me fundaba mucho más en la observación de que las únicas naciones del globo que desde su origen se circuncidan son los coleos, egipcios y etíopes, pues que los fenicios y Sirios de la Palestina confiesan haber aprendido del Egipto el uso de la circuncisión. Respecto de los otros Sirios situados en las orillas de los ríos Termodonte y Partenio, y a los Macrones sus vecinos y comarcanos, únicos pueblos que se circuncidan, afirman haberlo aprendido modernamente de los coleos. No sabría, empero, definir, entre los egipcios y etíopes, cuál de los dos pueblos haya tomado esta costumbre del otro, viéndola en ambos muy antigua y de tiempo inmemorial. Descubro, no obstante, un indicio para mí muy notable, que me inclina a pensar que los etíopes la tomaron de los egipcios, con quienes se mezclaron, y es haber observado que los fenicios que tratan y viven entre los griegos no se cuidan de circuncidar como los egipcios a los hijos que les van naciendo.