Que pasase en estos términos el acontecimiento, yo mismo allá en Menfis lo oía de boca de los sacerdotes de Vulcano, si bien los griegos, entre otras muchas fábulas y vaciedades, añaden que Psamético, mandando cortar la lengua a ciertas mujeres, ordenó después que a cuenta de ellas corriese la educación de las dos criaturas; mas lo que llevo arriba referido es cuanto sobre el punto se me decía. Otras noticias no leves ni escasas recogí en Menfis conferenciando con los sacerdotes de Vulcano; pero no satisfecho con ellas, hice mis viajes a Tebas y a Heliópolis con la mira de ser mejor informado y ver si iban acordes las tradiciones de aquellos lugares con las de los sacerdotes de Menfis, mayormente siendo tenidos los de Heliópolis, como en efecto lo son, por los más eruditos y letrados del Egipto. Mas respecto a los arcanos religiosos, cuales allí los oía, protesto desde ahora no ser mi ánimo dar de ellos una historia, sino sólo publicar sus nombres, tanto más, cuanto imagino que acerca de ellos todos nos sabemos lo mismo. Añado, que cuanto en este punto voy a indicar, lo haré únicamente a más no poder, forzado por el hilo mismo de la narración.