CIX

Así que si las víboras y sierpes voladoras de los árabes nacieran sin fracaso alguno por su orden natural, no quedara hombre a vida en aquel país. Pero sucede que al tiempo mismo del coito, cuando el macho está arrojando la esperma, la mala hembra, asiéndole del cuello y apretándole con toda su fuerza, no le suelta hasta que ha comido y tragado su cabeza. Muere entonces el macho, mas después halla la hembra su castigo en sus mismos hijuelos, que antes de nacer, como para vengar a su padre, le van comiendo las entradas, de modo que para salir a luz se abren camino por el vientre rasgado de su misma madre. No sucede así con las otras serpientes, en nada enemigas ni perjudiciales al hombre, las que después de poner sus huevos van sacando una caterva sin número de hijuelos. Respecto a las víboras, observamos que las hay en todos los países del mundo; pero las sierpes voladoras solo en Arabia se ven ir a bandadas, lo que las hace parecer muchas en número, y es cierto que no se ven en otras regiones.

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