Estos eran, repito, los gobiernos y las tallas de tributo ordenadas por Darío. No ha contado la Persia propia entre las provincias tributarias de la corona, por cuanto los persas en su país son privilegiados e inmunes de contribución. Hablaré ahora de algunas otras naciones, las cuales, si bien no tenían tributos impuestos, contribuían al rey, sin embargo, con sus donativos regulares. Tales eran los etíopes, confinantes con el Egipto, que tienen su domicilio cerca de la sagrada Nisa, y celebran fiestas a Dioniso, los cuales, como todos sus comarcanos, siguiendo el modo de vivir que los indios llamados Caiantias, moran en las habitaciones subterráneas. Habiendo sido conquistados por Cambises dichos etíopes y sus vecinos en la expedición emprendida contra los otros etíopes Macrobios, presentaban entonces cada tercer año y presentan aun ahora sus donativos, reducidos a dos Chenices de oro no acrisolado, a 200 maderos de ébano, a cinco niños etíopes, y a veinte grandes dientes de elefante. Tales eran asimismo los Colcos que juntamente con sus vecinos hasta llegar al monte Cáucaso, eran contados entre los pueblos donatarios de la corona, pues los dominios del persa terminan en el Cáucaso, desde el cual todo el país que se extiende hacia el viento Bóreas en nada reconoce su imperio. Los Colcos, aun en el día, hacen al persa sus regalos de cinco en cinco años, como homenajes concertados, que consisten en cien mancebos y cien doncellas. Tales eran los árabes, finalmente, que regalaban al rey cada, año mil talentos de incienso: y éstos eran, además de los tributos, los donativos públicos que debían hacerse al soberano.