Vino Teras con una colonia de hombres que había reclutado entre las tribus de Lacedemonia, con ánimo de avecindarse en la isla con ellos y no de echarles de casa, antes bien de hacerles muy familiares y amigos. Viendo a los Minias huidos de la cárcel y refugiados, pidió a los lacedemonios, empeñados en quitarles la vida, que se la quisiesen perdonar, pues él se encargaba de sacárselos del país. Habiendo condescendido con su súplica los lacedemonios, Teras se hizo a la vela con tres naves de cincuenta reinos, para irse a juntar con los descendientes de Membliaro, llevando consigo no a todos los Minias, sino a unos pocos que quisieron seguirle, pues la mayor parte de ellos habían partido para echarse contra los Paroreatas y los Caucones; y habiendo logrado en efecto arrojarles de su patria, se quedaron allí repartidos en seis ciudades, que fueron la de Lepreo, la de Macisto, la de Frixas, la de Pireo, la de Epio, y la de Nudio, muchas de las cuales fueron en mis días asoladas por los Eleos. Llegado Teras a la isla, llamóse esta Tera, del nombre del conductor de la nueva colonia.