LX

He aquí el modo y rito invariable que usan en todos sus sacrificios. Colocan la víctima atadas las manos con una soga; tras de ella está el sacrificador, quien tirando del cabo de la soga da con la víctima en el suelo, y al tiempo de caer ella, invoca y la ofrece al dios a quien la sacrifica. Ya luego a atar con un dogal el cuello de la bestia, y asiendo de una vara que mete entre cuello y dogal, le da vueltas hasta que la sofoca. No enciende allí fuego, ni ofrece parte alguna de la víctima, ni la rocía con licores, sino que ahogada y desollada va luego a cocerla.

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