Habiendo hablado estas pocas palabras y mandado hacer sesenta nudos en una correa, mandó llamar ante sí a los señores de las ciudades de la Jonia y hablóles así: —«Ciudadanos de Jonia, sabed que he tenido a bien revocar mis primeras órdenes acerca del puente; ahora os ordeno que tomada esta correa hagáis lo que voy a deciros. Desde el punto que me viereis marchar contra los escitas, empezaréis a desatar diariamente uno de estos nudos. Si en todo el tiempo que fuere menester para irlos deshaciendo uno a uno, yo no compareciese, al cabo de él os haréis a la vela para vuestra patria; pero entretanto que llegue este término, puesto que lo he pensado mejor, os mando que conservéis entero el puente, y pongáis en su defensa y custodia todo vuestro esmero, pues en ello me daré por muy bien servido y satisfecho.» Dadas estas órdenes, emprendió Darío su marcha hacia la Escitia.