El Danubio o Istro, río el mayor de cuantos conocemos, es siempre el mismo, así en verano como en invierno, sin disminuir nunca su corriente. La razón de su abundancia es, porque siendo el primero entre los ríos le la Escitia que llevan su curso desde Poniente, entran en él otros ríos que lo aumentan, y son los siguientes: cinco que tienen su corriente dentro de la misma Escitia van a desaguar en el Danubio: uno es el que los naturales llaman el Pórata y el Pireto; los otros son el Tiaranto, el Araro, a Náparis y el Odreso. El primero que he nombrado de estos ríos es caudaloso, y corriendo hacia Oriente desagua al cabo en el Istro: menor que este es el segundo de los dichos, el Tiaranto, que corre inclinándose algo hacia Poniente: los otros tres, el Araro, el Náparis y el Odreso, tienen sus corrientes en el espacio intermedio de los otros dos, y van a dar en el mismo Danubio, y estos son, como dije, los ríos propios y nacidos de la Escitia que lo acrecientan.