XXXIII

Pero los que hablan más largamente de ellos son los Delios, quienes dicen que ciertas ofrendas de trigo venidas de los Hiperbóreos atadas en hacecillos, o bien unos manojos de espigas como primicias de la cosecha llegaron a los escitas, y tomadas sucesivamente por los pueblos vecinos y pasadas de mano en mano, corrieron hacia Poniente hasta el Adria, y de allí destinadas al Mediodía los primeros griegos que las recibieron fueron los Dodoneos, desde cuyas manos fueron bajando al golfo de Melea y pasaron a Eubea, donde de ciudad en ciudad las enviaron hasta la de Caristo, dejando d enviarlas a Andro, porque los de Caristo las llevaron a Teno, y los de Teno a Delos: con este círculo inmenso vinieron a parar a Delos las ofrendas sagradas. Añaden los Delios, que antes de esto los Hiperbóreos enviaron una vez con aquellas sacras ofrendas a dos doncellas llamadas, según dicen, Hipéroque la una y Laódice la ora, y juntamente con ellas a cinco de sus más principales ciudadanos para que les sirviesen de escolta, a quienes dan ahora el nombre de Perférees, conductores, y son tenidos en Delos en grande estima y veneración. Pero viendo los Hiperbóreos que no volvían a casa sus enviados, y pareciéndoles cosa dura tener que perder cada vez más a sus anuos diputados, pensaron con esta mira llevar sus ofrendas en aquellos manojos de trigo hasta sus fronteras, y entregándolas a sus vecinos, pedirles que las pasasen a otra nación, y así corriendo de pueblo en pueblo dicen que llegaron de Delos a su destino. Por mi parte, puedo afirmar que las mujeres de Tracia y de la Peonia cuando sacrifican en honor de Diana la Regia hacen una ceremonia muy semejante a las mencionadas ofrendas, empleando siempre en sus sacrificios los mismos hecillos de trigo, lo que yo mismo he visto hacer.

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