Así les exhortaba su general a una muerte gloriosa, cuando ya la caballería Persiana, cerrándoles en medio, embestía apuntadas las armas en ademán de quien iba a disparar y dudase aun si alguien, en efecto, había ya disparado algún tiro. De repente, formando un círculo los focenses, y apiñándose por todas partes cuanto les fue posible, se disponen para hacer frente a la caballería; ni fue menester más para que ésta se retirase viendo aquella cerrada falange. En verdad que no me atrevo a asegurar lo que hubo en el caso: ignoro si los persas,venidos a instancia de los tésalos con ánimo de acabar con los focenses, al ver que éstos se disponían como valientes a una vigorosa defensa, volvieron luego las espaldas, por habérsele prevenido así Mardonio en aquel caso, o si éste con tal aparato no pretendía más que hacer prueba del valor y ánimo de los focenses. Este último fue por cierto lo que significó Mardonio cuando, después de retirada su caballería, les mandó decir por un pregonero: —«¡Bien, muy bien, focenses! Mucho me alegro de que seáis, no los cobardes que se me decía, sino los bravos soldados que os mostráis ¡Animo, pues! servid con valor y esfuerzo en esta campaña, seguros de que no serán mayores vuestros servicios que las mercedes que de mí y de mi soberano reportaréis.»