Así respondieron, por su parte, los de Atenas, y todo el campo de los lacedemonios votó a voz en grito que los atenienses eran más dignos que los arcades del mando de una de las alas del ejército, la cual, sin atender a los tegeatas, se les confió en efecto. El orden que se siguió luego en la colocación de las brigadas griegas, así las que de nuevo iban llegando, como las que desde el principio habían ya concurrido, fue el siguiente: apostóse en el ala derecha un cuerpo de 10.000 lacedemonios, de los cuales los 5.000 eran espartanos, a quienes asistían 35.000 ilotas armados a la ligera, siete ilotas por cada espartano. Habían querido también los espartanos que a su lado se apostaran los de Tegea, quienes componían un regimiento de 1.500 Oplitas (infantes de armadura pesada), haciendo con ellos esta distinción en atención a su mérito y valor. A éstos seguía la brigada de los corintios, en número de 5.000, quienes habían obtenido de Pausanias que a su lado se apostasen los 300 Potideatas que de Palena habían concurrido. Venían después por su orden 600 arcades de Orcómeno; luego 3.00 sicionios; en seguida 800 epidaurios, y después un cuerpo de 1.000 trecenios. Al lado de éstos estaban 200 Lepreatas, seguidos de 400 soldados, parte Micenos, parte Tirintios; tras éstos venían 1.000 Fliasios; luego 300 de Hermionia, y en seguida 600 más, parte de Eretria y parte de Estira, cuyo lado ocupaban 400 calcidenses. Inmediatos a ellos, dejábanse ver por su orden consecutivo: los de Ampracia, en número de 500; los leucadios y anactorios, que eran 800; los palenses de Cefalenia, no más de 200, y los 500 de Egina. Junto a éstos ocupaban las filas 3.000 megarenses, a quienes seguían 600 de Platea. Los últimos en este orden, y los primeros en el ala izquierda, eran los atenienses, que subían a 8.000 hombres, capitaneados por Arístides el hijo de Lisímaco.