Mal parado, pues, Milcíades por la caída, determinó volverse de allí sin haber conquistado a Paros, a la cual había tenido sitiada 26 días, talando durante ellos toda la isla. Llegó a noticia de los parios que Timo, la sacerdotisa de la diosa, había dado a Milcíades los medios para la toma de la plaza, y queriendo tomar venganza de ella por la traición, apenas se vieron libres del asedio enviaron a Delfos consultores encargados de preguntar si harían bien en castigar a la sacerdotisa de las diosas, así por haber ella declarado cómo podría ser tomada su patria, como también por haber mostrado a Milcíades aquellos sagrados misterios que a ningún varón era lícito ver ni saber. No se lo permitió la Pitia, diciendo que la culpa no era de Timo, sino que siendo el destino fatal de Milcíades que tuviese un mal éxito, ella le había servido de guía para la ruina: tal fue el oráculo que la Pitia dio en respuesta a los de Paros.