XCII

Entran después en un combate naval con los atenienses, los cuales con 70 naves se habían acercado a la isla. Vencidos los de Egina, por más que llamaron después en su socorro a los argivos, antes sus aliados, nunca quisieron éstos venir en su ayuda; y el motivo de queja de su parte era porque la tripulación de las naves eginetas, a las que Cleomenes obligó a seguirle al ir a acometer las costas de Argólida, había allí desembarcado en compañía de los lacedemonios, ocasión en que asimismo saltó a tierra la gente que venía en las naves sicionias; y de aquí resultó después que los argivos impusieron a las dos naciones 1.000 talentos de multa, 500 a cada una. Los Sibilinos, confesando su culpa en el desembarco, ajustaron la enmienda en 100 talentos, pago con que redimieron la multa por su parte. Los eginetas, al contrario, altivos y presumidos, ni reconocieron la injuria, ni excusaron la culpa; motivo por el cual, cuando pedían ser socorridos, ninguno de orden del común de los argivos les dio asistencia ni favor; bien es verdad que mil sujetos particulares de su propia voluntad les socorrieron. Un luchador famoso en el pentatlo, por nombre Euribates, condujo a Egina estos aventureros en calidad de general; pero los más de ellos, muertos a manos de los atenienses, no vieron más a Argos, y aun el valiente Euribates, por más que en tres duelos mató a tres competidores, en el cuarto quedó vencido y muerto por Sófanes, hijo de Deceles.

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