Estos parajes parecieron a los griegos los más aptos para su defensa; pues miradas atentamente y pesadas todas las circunstancias, convinieron en que debían esperar al bárbaro invasor de la Grecia en un puesto tal, en que no pudiera servirse de la muchedumbre de sus tropas y mucho menos de su caballería; y luego que supieron que el persa se hallaba ya en Pieria, partiéndose del Istmo, unos se fueron por tierra a Termópilas con sus tropas, los otros por mar a Artemisio con sus galeras.