CXCII

Las centinelas diurnas de Eubea, bajando de sus eminencias, fueron corriendo a dar a los griegos la noticia de los estragos del naufragio el segundo día de la tempestad. Ellos, con este aviso, hechas sus súplicas y ofrecidas sus libaciones a Neptuno el Salvador, volviéronse con toda prisa a Artemisio, esperando hallar corto número de naves enemigas; y llegados segunda vez, anclaron cerca de aquel promontorio. Esta fue la primera que dieron a Neptuno el nombre de Salvador.

Share on Twitter Share on Facebook