De aquí nació aquel dicho que a este propósito dijo agudamente Megacreonte, natural de Abdera, quien aconsejó a sus abderitas que todos, hombres y mujeres, se fueran a los templos en procesión, y allí postrados a los pies de sus dioses les suplicasen por una parte con mucho ardor tuviesen a bien librarles de la otra mitad de sus males que con la vuelta de Jerjes les amenazaban, y por otra les dieran gracias muy de veras por lo pasado de que el rey Jerjes no acostumbrase comer dos veces al día, porque preciso les fuera a los abderitas, si se les ordenase darle una comida semejante a la cena, o en caso de esperarlo, caer en una quiebra la mayor del mundo.