LXXXIII

Estos eran los generalísimos de todo el ejército de tierra, exceptuados empero los diez mil persas escogidos a quienes mandaba Hidarnes, hijo de Hidarnes. Llamábanse estos persas los Inmortales, porque si faltaba alguno de dicho cuerpo por muerte o por enfermedad, otro hombre entraba luego a suplir el lugar vacante, de suerte que nunca eran ni más ni menos de diez mil persas. Su uniforme era de todos el más vistoso, y ellos los mejores y más valientes. Su armadura era la que dejo antes descrita, y a más de ella se distinguían por la gran cantidad de oro de que iban adornados. Seguíales la comitiva de muchas carrozas y en ellas sus concubinas, y una gran compañía de criados con vistosas libreas. Sus bastimentos, separados de las vituallas del ejército, eran conducidos por camellos y otros bagajes.

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