XVII

Pensando Artabano hacer ver a Jerjes que nada había en aquello de realidad, después de este discurso, hizo lo que se le decía. Vistióse, en efecto, con el aparato de Jerjes, sentóse en el trono real, de allí se fue a la cama, y he aquí que el mismo sueño que había acometido a Jerjes carga sobre Artabano, y plantado allí, le dice: —«¿Conque tú eres el que con capa de tutor detienes a Jerjes para que no mueva las armas contra la Grecia? ¡Infeliz de ti! que ni ahora ni después te alabarás de haber querido estorbar lo que es preciso que se haga. Bien sabe Jerjes lo que le espera si no quisiere obedecer.»

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