Oído este discurso, que no dejó de sentarle muy bien a Jerjes, alegróse del expediente, atendido el mal estado de sus cosas, y dijo a Mardonio quedespués de consultado el asunto le respondería cuál de los dos partidos quería escoger. Habiendo, pues, entrado en consulta con los persas sus ordinarios asesores, parecióle llamar a la junta a Artemisia, por cuanto ella había sido la única que antes acertó en lo que debía hacerse tocante al combate naval. Apenas Artemisia vino, mandando Jerjes retirar a los otros consejeros persas, lo mismo que a sus alabarderos, hablóle en esta forma: —«Quiero que sepas cómo me exhorta Mardonio a que yo me quede aquí y embista el Peloponeso, dándome por razón que mi ejército de tierra no ha tenido parte alguna en esta pérdida, y que desea todo más bien con ansia que haga yo prueba de su valor. Exhórtame, pues, a que, o lo haga yo así por mi mismo, o en el caso contrario él por sí se ofrece a poner la Grecia entera debajo de mi dominio, escogiendo para la empresa 300.000 combatientes, aconsejándome que yo con lo demás de mis tropas me retire a mi corte y palacio. Ahora quiero, pues, que me aconsejes en cuál de estos dos partidos acertaré mas en caso de elegirlo, ya que tú sola me diste un buen consejo acerca de la batalla naval no conviniendo en que se verificara.»