De Pedaso, como decía, era, pues, natural Hermotimo, al cual, para vengarse de la injuria que con hacerle eunuco había padecido, presentásele una ocasión que no sé que se haya dado nunca otra igual: He aquí cómo sucedió: Hiciéronle esclavo los enemigos, y como a tal le compró un hombre natural de Quío, llamado Panionio, el cual daba en una granjería la más infame y malvada del mundo, pues logrando algún gallardo mancebo, lo que hacía era castrarle y llevarle después a Sardes o a Éfeso y venderle bien caro; pues sabido es que entre los bárbaros se aprecian en más los eunucos que los que no lo son, por la total confianza que puede haber en ellos. Entre otros muchos que castró Panionio, como quien vivía de la ganancia hecha en esa industria, uno fue nuestro Hermotimo. Pero no queriendo la fortuna que nuestro eunuco fuese en todo lo demás desgraciado, hizo que entre otros regalos que de Sardes se enviaban al rey, le fuese presentado Hermotimo, quien vino a ser con el tiempo el eunuco más honrado y favorecido de Jerjes.