Vuelto Temístocles de Lacedemonia a Atenas, un tal Timodemo Afidneo, uno de sus enemigos, hombre por otra parte de ninguna fama y lustre, muerto de envidia, dábale allí en rostro con el viaje a Lacedemonia, achacándole que en atención a Atenas y no a su persona había llevado aquella honra y premio. Viendo Temístocles que siempre Timodemo le acosaba con aquella injuria, díjole al cabo: —«Oye, detractor, ni yo siendo Belbinita como tú hubiera sido honrado así por los espartanos, ni tú, amigo, lo serías, por más que fueras como yo ateniense. Pero, basta ya de ello.»