Ahora, pues, enfrente de los atenienses estaban los fenicios, colocados en el lado de Poniente por la parte que miraba a Eleusina; y enfrente de los lacedemonios correspondían los jonios, en el lado de la armada que estaba hacia Levante, vecina al Pireo. De estos no faltaron unos pocos que, conforme a la insinuación de Temístocles, adrede lo hicieron mal; pero los más de ellos peleaban muy de veras. Y bien pudiera yo hacer aquí un catálogo de los capitanes de galera dichos que rindieron entonces algunas naves griegas, pero los pasaré a todos en silencio, nombrando solamente a dos de ellos, entrambos samios, el uno Teomestor, hijo de Andromanto, y el otro Filaco. De estos únicamente hago aquí mención, porque en premio de esta hazaña llegó Teomestor a ser señor de Samos, nombrado por los persas, y Filaco fue puesto en la clase de los bienhechores de la corona,y como a tal se le dieron en premio muchas tierras: llámanse estos bienhechores del rey, en idioma persa, los Orosanbas. De este modo se premió a los dos.