Ahora, pues, movidos los tesalos del rencor que mantenían contra los focenses, nacido de estas dos pérdidas, por medio de su mensajero les hablaron en estos términos: —«Al cabo, oh focenses, vueltos ya de vuestro error, confesareis que no sois tan grandes como nosotros. Ya antes entre los griegos, cuando nos placía seguir su partido, éramos siempre tenidos en más que vosotros, y al presente podemos tanto con el bárbaro, que en nuestra mano está no sólo el privaros de vuestras posesiones, pero aun el haceros a todos esclavos. Pero no quiera Dios que, pudiendo tanto, empleemos todo nuestro poder en vengarnos de vosotros. Contentámonos con que en recompensa de vuestras injurias nos deis 50 talentos de plata, y salimos garantes de que no se os hará el daño que amenaza a vuestra tierra.»