De la diferencia que ha de haber en la perfección de la vida de los contemplativos a los que se contentan con oración mental y cómo es posible algunas veces subir Dios un alma distraída a perfecta contemplación y la causa de ello 1. Así que, hijas, si queréis que os diga el camino para llegar a la contemplación, sufrid que sea un poco larga en cosas aunque no os parezcan luego tan importantes -aunque, a mi parecer, no lo dejan de ser-, y si no las queréis oír ni obrar, quedaos con vuestra oración mental toda vuestra vida, que yo os aseguro a vosotras y a todas las personas que pretendieren este bien -ya puede ser yo me engañe, porque juzgo por mí que lo procuré veinte años- que no lleguéis a verdadera contemplación.
2. Quiero ahora declarar -porque algunas no lo entenderéis- qué es oración mental y plega a Dios que ésta tengamos como se ha de tener; mas también he miedo que se tiene con harto trabajo, si no se procuran las virtudes, aunque no en tan alto grado como para la contemplación son menester. Digo que no vendrá el Rey de la gloria a nuestra alma -
digo a estar unido a ella-, si no nos esforzamos a ganar las virtudes grandes. Lo quiero declarar, porque si en alguna cosa que no sea verdad me tomáis, no creeréis cosa; y tendríais razón si fuese con advertencia, mas no me dé Dios tal lugar; será no saber más, o no entenderlo. Quiero, pues, decir que algunas veces querrá Dios a personas que estén en mal estado hacerles tan gran favor para sacarlas por este medio de las manos al demonio.
3. ¡Oh, Señor mío, qué de veces os hacemos andar a brazos con el demonio! ¿No bastara que os dejasteis tomar en ellos cuando os llevó al pináculo, para enseñarnos a vencerle? Mas, ¡qué sería, hijas, ver junto a aquel Sol con las tinieblas y qué temor llevaría aquel desventurado sin saber de qué, que no permitió Dios lo entendiese!
Bendita sea tanta piedad y misericordia, que vergüenza habíamos de 55
haber los cristianos de hacerle andar cada día a brazos -como he dicho-con tan sucia bestia. Bien fue menester, Señor, los tuvieseis tan fuertes; mas ¿cómo no os quedaron flacos de tantos tormentos como pasasteis en la cruz? ¡Oh, que todo lo que se pasa con amor torna a soldarse! Y
así creo, si quedarais con la vida, el mismo amor que nos tenéis tornara a soldar vuestras llagas, que no fuera menester otra medicina. ¡Oh, Dios mío, y quién la pusiese tal en todas las cosas que me diesen pena y trabajos! Que de buena gana las desearía, si tuviese cierto ser curada con tal saludable ungüento.
4. Tornando a lo que decía, hay almas que entiende Dios que por este medio las puede granjear para Sí; ya que las ve del todo perdidas, quiere su Majestad que no quede por Él; y aunque estén en mal estado y faltas de virtudes, le da gustos y regalos y ternura que la comienza a mover los deseos, y aun la pone en contemplación algunas veces, pocas, y dura poco. Y esto -como digo- hace porque las prueba si con aquel favor se querrán disponer a gozarle muchas veces; mas si no se dispone, perdonen -o perdonadnos Vos, Señor, por mejor decir-, que harto mal es que os lleguéis Vos a un alma de esta suerte y se llegue ella después a cosa de la tierra para atarse a ella.
5. Tengo para mí que hay muchos con quien Dios nuestro Señor hace esta prueba, y pocos los que se disponen para gozar de esta merced; que cuando el Señor la hace y no queda por nosotros, tengo por cierto que nunca cesa de dar hasta llegar a muy alto grado. Cuando no nos damos a Su Majestad con la determinación que Él se da a nosotros, harto hace de dejarnos en oración mental y visitarnos de cuando en cuando, como a criados que están en su viña; mas estotros son hijos regalados, no los querría quitar cabe de sí, ni los quita, porque ya ellos no se quieren quitar; los sienta a su mesa, les da de lo que come hasta quitar el bocado de la boca para dársele.
6. ¡Oh, dichoso cuidado, hijas mías! ¡Oh, bienaventurada dejación de cosas tan pocas y tan bajas, que llega a tan gran estado! Mirad qué se os dará -estando en los brazos de Dios- que os culpe todo el mundo.
Poderoso es para libraros de todo, que una vez que mandó hacer el mundo, fue hecho; su querer es obra. Pues no hayáis miedo que, si no 56
es para más bien del que le ama, consienta hablar contra vos; no quiere tan poco a quien le quiere. Pues ¿por qué, mis hermanas, no le mostraremos nosotras -en cuanto podemos- el amor? Mirad que es hermoso trueco dar nuestro amor por el suyo; mirad que lo puede todo y acá no podemos nada, sino lo que Él nos hace poder. Pues, ¿qué es esto que hacemos por Vos, Señor, Hacedor nuestro? Que es tanto como nada, una determinacioncilla. Pues si lo que no es nada quiere Su Majestad que merezcamos por ello el todo, no seamos desatinadas.
7. ¡Oh, Señor! que todo el daño nos viene de no tener puestos los ojos en Vos, que si no mirásemos otra cosa sino al camino, presto llegaríamos; mas damos mil caídas y tropiezos y erramos el camino por no poner los ojos -como digo- en el verdadero camino. Parece que nunca se anduvo, según se nos hace nuevo. Cosa es para lastimar, por cierto, lo que algunas veces pasa. Pues tocar en un puntito de ser menos no se sufre, ni parece se ha de poder sufrir; luego dicen: «¡no somos santos!»
8. Dios nos libre, hermanas, cuando algo hiciéremos no perfecto decir: «no somos ángeles», «no somos santas». Mirad que, aunque no lo somos, es gran bien pensar, si nos esforzamos, lo podríamos ser, dándonos Dios la mano; y no hayáis miedo que quede por Él, si no queda por nosotras. Y pues no venimos aquí a otra cosa, manos a [la]
labor -como dicen-; no entendamos cosa en que se sirve más el Señor que no presumamos salir con ella, con su favor. Esta presunción querría yo en esta casa, que hace siempre crecer la humildad: tener una santa osadía, que Dios ayuda a los fuertes y no es aceptador de personas.
9. Mucho me he divertido; quiero tornar a lo que decía, que es declarar qué es oración mental y contemplación. Impertinente parece, mas para vosotras todo pasa; podrá ser lo entendáis mejor por mi grosero estilo que por otros elegantes. El Señor me dé favor para ello, amén.
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