Capítulo 21

Que dice lo mucho que importa comenzar con gran determinación a tener oración y no hacer caso de los inconvenientes que el demonio pone

1. No os espantéis, hijas, de las muchas cosas que es menester mirar para comenzar este viaje divino, que es camino real para el cielo. Se gana yendo por él gran tesoro; no es mucho que cueste mucho a nuestro parecer. Tiempo vendrá que se entienda cuán nonada es todo para tan gran precio.

2. Ahora, tornando a los que quieren ir por él y no parar hasta el fin, que es llegar a beber de esta agua de vida, como han de comenzar, digo que importa mucho, y del todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo, como muchas veces acaece con decirnos: «hay peligros»,

«fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro, que rezaba mucho, cayó», «hacen daño a la virtud», «no es para mujeres, que les podrán venir ilusiones», «mejor será que hilen», «no han menester estas delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría».

3. Esto así lo digo yo, hermanas; y ¡cómo si basta! Siempre es gran bien fundar vuestra oración sobre oraciones dichas de tal boca como la del Señor. En esto tiene razón, que si no estuviese ya nuestra flaqueza tan flaca y nuestra devoción tan tibia, no eran menester otros conciertos de oraciones, ni eran menester otros libros. Y así, me ha parecido ahora (pues, como digo, hablo con almas que no pueden recogerse en otros misterios -que les parece es menester artificio y hay algunos ingenios tan ingeniosos que nada les contenta-) iré fundando por aquí unos principios y medios y fines de oración, aunque en cosas subidas no me detendré; y no os podrán quitar libros, que si sois 75

estudiosas, y teniendo humildad, no habéis menester otra cosa.

4. Siempre yo he sido aficionada y me han recogido más las palabras de los Evangelios que libros muy concertados; en especial, si no era el autor muy aprobado, no los había gana de leer. Allegada, pues, a este Maestro de la Sabiduría, quizá me enseñará alguna consideración que os contente. No digo que diré declaración de estas oraciones divinas -que no me atrevería y hartas hay escritas; y que no las hubiera sería disparate-, sino consideración sobre las palabras del Paternóster. Porque algunas veces con muchos libros parece se nos pierde la devoción en lo que tanto nos va a tenerla; que está claro que el mismo maestro cuando enseña una cosa toma amor con el discípulo y gusta de que le contente lo que le enseña y le ayuda mucho a que lo deprenda, y así hará este Maestro celestial con nosotras.

5. Por eso, ningún caso hagáis de los miedos que os pusieren ni de los peligros que os pintaren. ¡Donosa cosa es que quiera yo ir por un camino adonde hay tantos ladrones, sin peligros y a ganar un gran tesoro! Pues ¡bueno anda el mundo para que os le dejen tomar en paz!; sino que por un maravedí de interés se pondrán a no dormir muchas noches y a desasosegaros cuerpo y alma. Pues cuando yéndole a ganar

-o a robar, como dice el Señor que le ganan los esforzados-, y por camino real y por camino seguro, por el que fue nuestro Rey y por el que fueron todos sus escogidos y santos, os dicen hay tantos peligros y os ponen tantos temores, los que van, a su parecer, a ganar este bien sin camino, ¿qué son los peligros que llevarán?

6. ¡Oh, hijas mías!, qué muchos más sin comparación, sino que no los entienden hasta dar de ojos en el verdadero peligro -cuando no hay quien les dé la mano-, y pierden del todo el agua sin beber poca ni mucha, ni de charco ni de arroyo.

Pues ya veis, sin gota de esta agua, ¿cómo se pasará camino adonde hay tantos con quien pelear? Está claro que al mejor tiempo morirán de sed; porque -queramos que no, hijas mías- todos caminamos para esta fuente, aunque de diferentes maneras. Pues creedme vosotras y no os engañe nadie en mostraros otro camino sino el de la oración.

7. Yo no hablo ahora en que sea mental o vocal para todos; para 76

vosotras digo que lo uno y lo otro habéis menester: este es el oficio de los religiosos. Quien os dijere que esto es peligro, tenedle a él por el mismo peligro y huid de él; y no se os olvide, que por ventura habéis menester este consejo. Peligro será no tener humildad y las otras virtudes; mas camino de oración, camino de peligro, nunca Dios tal quiera. El demonio parece ha inventado poner estos miedos, y así ha sido mañoso a hacer caer a algunos que tenían oración, al parecer.

8. Y mirad qué ceguedad del mundo, que no miran los muchos millares que han caído en herejías y en grandes males sin tener oración, sino distracción; y entre la multitud de éstos, si el demonio -por hacer mejor su negocio- ha hecho caer a algunos que tenían oración, ha hecho poner tanto temor a algunos para las cosas de virtud. Estos que toman este amparo para librarse, guárdense; porque huyen del bien para librarse del mal. Nunca tan mala invención he visto: bien parece del demonio. ¡Oh, Señor mío!, tornad por Vos; mirad que entienden al revés nuestras palabras. No permitáis semejantes flaquezas en vuestros siervos.

9. Hay un gran bien: que siempre veréis algunos que os ayuden; porque esto tiene el verdadero siervo de Dios, a quien Su Majestad ha dado luz del verdadero camino: que en estos temores le crece más el deseo de no parar. Entiende claro por dónde va a dar el golpe el demonio y le hurta el cuerpo y le quiebra la cabeza. Más siente él esto, que cuantos placeres otros le hacen le contentan. Cuando en un tiempo de alboroto, en una cizaña que ha puesto -que parece lleva a todos tras sí medio ciegos, porque es debajo de buen celo-, levanta Dios uno que los abra los ojos y diga que miren los ha puesto niebla para no ver el camino -¡qué grandeza de Dios, que puede más a las veces un hombre solo o dos que digan verdad, que muchos juntos!-, tornan poco a poco a descubrir el camino, les da Dios ánimo. Si dicen que hay peligro en la oración, procura se entienda cuán buena es la oración, si no por palabras, por obras; si dicen que no es bien a menudo las comuniones, entonces las frecuenta más. Así que, como haya uno o dos que sin temor sigan lo mejor, luego torna el Señor poco a poco a ganar lo perdido.

Share on Twitter Share on Facebook