Capítulo 22

En que declara qué es oración mental

1. Sabed, hijas, que no está la falta, para ser o no ser oración mental, en tener cerrada la boca; si, hablando, estoy enteramente entendiendo y viendo que hablo con Dios con más advertencia que en las palabras que digo, junto está oración mental y vocal. Salvo si no os dicen que estéis hablando con Dios rezando el Paternóster y pensando en el mundo; aquí callo. Mas si habéis de estar, como es razón se esté, hablando con tan gran Señor, que es bien estéis mirando con quién habláis y quién sois vos, siquiera para hablar con crianza.

Porque ¿cómo podéis llamar al rey alteza, ni saber las ceremonias que se hacen para hablar a un grande, si no entendéis bien qué estado tiene y qué estado tenéis vos? Porque conforme a esto se ha de hacer acatamiento, y conforme al uso, porque aun esto es menester también que sepáis; si no, os enviarán para simple y no negociaréis cosa. Pues

¿qué es esto, Señor mío? ¿Qué es esto, mi Emperador? ¿Cómo se puede sufrir? Rey sois, Dios mío, sin fin, que no es reino prestado el que tenéis. Cuando en el Credo se dice «vuestro reino no tiene fin», casi siempre me es particular regalo. Os alabo, Señor, y os bendigo para siempre; en fin, vuestro reino durará para siempre. Pues nunca Vos, Señor, permitáis se tenga por bueno que quien fuere a hablar con Vos, sea sólo con la boca.

2. ¿Qué es esto, cristianos, los que decís no es menester oración mental, os entendéis? Cierto que pienso que no os entendéis y, así, queréis desatinemos todos: ni sabéis cuál es oración mental, ni cómo se ha de rezar la vocal, ni qué es contemplación; porque, si lo supieseis, no condenaríais por un cabo lo que alabáis por otro.

3. Yo he de poner siempre junta oración mental con la vocal -

cuando se me acordare-, porque no os espanten, hijas; que yo sé en qué caen estas cosas; que he pasado algún trabajo en este caso y, así, no querría que nadie os trajese desasosegadas; que es cosa dañosa ir con 79

miedo este camino. Importa mucho entender que vais bien, porque, en diciendo [a] algún caminante que va errado y que ha perdido el camino, le hacen andar de un cabo a otro, y todo lo que anda buscando por dónde ha de ir se cansa y gasta el tiempo y llega más tarde. ¿Quién puede decir es mal, si comenzamos a rezar las horas o el rosario, que comience a pensar con quién va a hablar y quién es el que habla para ver cómo le ha de tratar? Pues yo os digo, hermanas, que si lo mucho que hay que hacer en entender estos dos puntos se hiciese bien, que primero que comencéis la oración vocal que vais a rezar, ocupéis harto tiempo en la mental. Sí, que no hemos de llegar a hablar a un príncipe con el descuido que a un labrador, o como con una pobre como nosotras, que como quiera que nos hablaren va bien.

4. Razón es que, ya que por la humildad de este Rey, si, como grosera, no sé hablar con él, no por eso me deja de oír, ni me deja de llegar a sí, ni me echan fuera sus guardas; porque saben bien los ángeles que están allí la condición de su Rey, que gusta más de estas groserías de un pastorcito humilde -que ve que si más supiera más dijera- que de los muy sabios y letrados, por elegantes razonamientos que hagan, si no van con humildad. Así que, no porque Él sea bueno, hemos de ser nosotros descomedidos.

Siquiera para agradecerle el mal olor que sufre en consentir cabe sí una como yo, es bien que procuremos conocer su limpieza y quién es.

Es verdad que se entiende luego en llegando, como con los señores de acá, que con que nos digan quién fue su padre y los cuentos que tiene de renta y el dictado, no hay más que saber; porque acá no se hace cuenta de las personas para hacerlas honra, por mucho que merezcan, sino de las haciendas.

5. ¡Oh, miserable mundo! Alabad mucho a Dios, hijas, que habéis dejado cosa tan ruin, adonde no hacen caso de lo que ellos en sí tienen, sino de lo que tienen sus renteros y vasallos; y si ellos faltan, luego falta de hacerle honra. Cosa donosa es ésta para que os holguéis cuando hayáis todas de tomar alguna recreación; que éste es buen pasatiempo: entender cuán ciegamente pasan su tiempo los del mundo.

6. ¡Oh, Emperador nuestro, sumo Poder, suma Bondad, la misma 80

Sabiduría, sin principio, sin fin, sin haber término en vuestras obras: son infinitas, sin poderse comprender! ¡Un piélago sin suelo de maravillas; una Hermosura que tiene en sí todas las hermosuras; la misma Fortaleza! ¡Oh, válgame Dios, quién tuviera aquí junta toda la elocuencia de los mortales y sabiduría, para saber bien -como acá se puede saber, que todo es no saber nada, para este caso- dar a entender alguna de las muchas cosas que podemos considerar, para conocer algo de quién es este Señor y Bien nuestro!

7. Sí, llegaos a pensar y entender, en llegando, con quién vais a hablar o con quién estáis hablando. En mil vidas de las nuestras no acabaremos de entender cómo merece ser tratado este Señor, que los ángeles tiemblan delante de él. Todo lo manda, todo lo puede; su querer es obrar. Pues razón será, hijas, que procuremos deleitamos en estas grandezas que tiene nuestro Esposo y que entendamos con quién estamos casadas, qué vida hemos de tener. ¡Oh, válgame Dios!, pues acá, cuando uno se casa, primero sabe con quién es y qué tiene; nosotras, ya desposadas, antes de las bodas, que nos ha de llevar a su casa -pues acá no quitan estos pensamientos a las que están desposadas con los hombres-, ¿por qué nos han de quitar que procuremos entender quién es este hombre y quién es su Padre y qué tierra es ésta adonde me ha de llevar y qué bienes con los que promete darme, qué condición tiene, cómo podré contentarle mejor, en qué le haré placer, y estudiar cómo haré mi condición que conforme con la suya? Pues, si una mujer ha de ser bien casada, no le avisan otra cosa sino que procure esto, aunque sea hombre muy bajo su marido.

8.Pues, Esposo mío, ¿en todo han de hacer menos caso de Vos que de los hombres? Si a ellos no les parece bien esto, dejen os vuestras esposas, que han de hacer vida con Vos. Es verdad que es buena vida.

Si un esposo es tan celoso que quiere no trate con nadie su esposa,

¡linda cosa es que no piense en cómo le hará este placer, y la razón que tiene de sufrirle y de no querer que trate con otro, pues en él tiene todo lo que puede querer! Esta es oración mental, hijas mías, entender estas verdades. Si queréis ir entendiendo esto y rezando vocalmente, muy enhorabuena. No me estéis hablando con Dios y pensando en otras 81

cosas, que esto hace no entender qué cosa es oración mental. Creo va dado a entender. Plega el Señor lo sepamos obrar, amén.

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