Capítulo 24

Trata cómo se ha de rezar oración vocal con perfección y cuán junta anda con ella la mental

1. Ahora, pues, tornemos a hablar con las almas que he dicho que no se pueden recoger, ni atar los entendimientos en oración mental, ni tener consideración. No nombremos aquí estas dos cosas, pues no sois para ellas, que hay muchas personas, en hecho de verdad, que sólo el nombre de oración mental o contemplación las atemoriza.

2. Y porque si alguna viene a esta casa -que también, como he dicho, no van todos por un camino-, pues lo que quiero ahora aconsejaros, y aun puedo decir enseñaros -porque, como madre, con el oficio de priora que tengo, es lícito-, [es] cómo habéis de rezar vocalmente, porque es razón entendáis lo que decís.

Y porque quien no puede pensar en Dios puede ser que oraciones más largas también le cansen, tampoco me quiero entremeter en ellas, sino en las que forzado habemos a rezar, pues somos cristianos, que es el Paternóster y Avemaría; porque no puedan decir por nosotras que hablamos y no nos entendemos, salvo si no nos parece basta irnos por la costumbre, con sólo pronunciar las palabras, que esto basta. Si basta o no, en eso no me entremeto, los letrados lo dirán. Lo que yo querría hiciésemos nosotras, hijas, es que no nos contentemos con sólo eso; porque cuando digo «Credo», razón me parece será que entienda y sepa lo que creo; y cuando «Padre nuestro», amor será entender quién es este Padre nuestro y quién es el maestro que nos enseñó esta oración.

3. Si queréis decir que ya os lo sabéis y que no hay para qué se os acuerde, no tenéis razón: que mucho va de maestro a maestro, pues aun de los que acá nos enseñan es gran desgracia no acordarnos, en especial, si son santos y son maestros del alma, es imposible, si somos buenos discípulos. Pues de tal maestro como quien nos enseñó esta oración y con tanto amor y deseo que nos aprovechase, nunca Dios 86

quiera que no nos acordemos de Él muchas veces cuando decimos la oración, aunque por ser flacos no sean todas.

4. Pues, cuanto a lo primero, ya sabéis que enseña Su Majestad que sea a solas; que así lo hacía él siempre que oraba, y no por su necesidad, sino por nuestro enseñamiento. Ya esto dicho se está que no se sufre hablar con Dios y con el mundo, que no es otra cosa estar rezando y escuchando por otra parte lo que están hablando, o pensar en lo que se les ofrece sin más irse a la mano; salvo si no es algunos tiempos que, o de malos humores -en especial si es persona que tiene melancolía-, o flaqueza de cabeza, que, aunque más lo procura no puede, o que permite Dios días de grandes tempestades en sus siervos para más bien suyo, y aunque se afligen y procuran quietarse, no pueden ni estar en lo que dicen, aunque más hagan, ni asienta en nada el entendimiento, sino que parece tiene frenesí, según anda desbaratado.

5. Y en la pena que da a quien lo tiene, verá que no es a culpa suya, y no se fatigue, que es peor, ni se canse en poner seso a quien por entonces no le tiene, que es su entendimiento, sino rece como pudiere; y aun no rece, sino, como enferma, procure dar alivio a su alma: entienda en otra obra de virtud.

Esto es ya para personas que traen cuidado de sí y tienen entendido no han de hablar a Dios y al mundo junto. Lo que podemos hacer nosotros es procurar estar a solas -y plega a Dios que baste, como digo-

, para que entendamos con quién estamos y lo que nos responde el Señor a nuestras peticiones. ¿Pensáis que se está callando? Aunque no le oímos, bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón. Y bien es consideremos somos cada una de nosotras a quien enseñó esta oración y que nos la está mostrando, pues nunca el maestro está tan lejos del discípulo que sea menester dar voces, sino muy junto. Esto quiero yo entendáis vosotras os conviene para rezar bien el Paternóster: no apartarse de cabe el Maestro que os le mostró.

6. Diréis que ya esto es consideración, que no podéis ni aun queréis sino rezar vocalmente; porque también hay personas mal sufridas y amigas de no darse pena, que como no lo tienen de costumbre, la es 87

recoger el pensamiento al principio; y por no cansarse un poco, dicen que no pueden más, ni lo saben, sino rezar vocalmente. Tenéis razón en decir que ya es oración mental; mas yo os digo cierto que no sé cómo lo aparte, si ha de ser bien rezado lo vocal y entendiendo con quién hablamos. Y aun es obligación que procuremos rezar con advertencia; y aun plega a Dios que con estos remedios vaya bien rezado el Paternóster y no acabemos en otra cosa impertinente. Yo lo he probado algunas veces, y el mejor remedio que hallo es procurar tener el pensamiento en quien enderezo las palabras. Por eso, tened paciencia y procurad hacer costumbre de cosa tan necesaria.

88

Share on Twitter Share on Facebook